domingo, 2 de junio de 2013

Trampa y recompensa, Alberto Girri

El engañado
  
Cuando el encelado amante,
tras la seducción, los ruegos
y promesas dulcemente patéticas,
afronta por primera vez la victoria,
cree buscar el absoluto
y no advierte cómo se despoja de la gracia
en la irreemplazable, grave cópula.

Ni siquiera la duración del momento
es cosa que recuerde bien,
porque su memoria sólo guarda con cuidado
lo que él es y acepta en el impulso.
Primero, un ansioso, falso apremio
desafiando al tiempo mortal,
a la pesadilla vergonzosa del futuro;
después de la inacción triste y absorta,
algo como un resentimiento
hacia los afortunados que esquivaron el engaño,
un darse cuenta que el salir de sí mismo
para verse vivir en otro rostro
no es comunión, es desunión,
es abandonar en mezcla insípida
lo distinto que persiste en cada cual.
Y al terminar la pugna,
devorada ya la imitación que busca,
vuelve a estar en el sitio de partida,
y solo.
(de "El tiempo que destruye", 1950)

En la letra, ambigua selva

1

El ritmo de lo escrito
es el ritmo del que escribe,
y el texto, el poema,
en parte mecanismo verbal,
en parte sistema de correspondencias,
es con el mundo una sola entidad.

2

La forma equivale
a convicción interna,
y la letra la emplea con vistas
a proveer al mundo de significados,
y aun para el Significado,
y aun para subyugarlo
con el prejuicio de que la palabra
traduce y vierte lo ideado.

3

Lenguaje y estilo
penosamente edifican jerarquías,
y al lograrlo
el mundo queda en suspenso, extático,
aunque luego el producto se descompone,
su linaje se vulgariza,
suena escarnecido y degradado
como fofa, mustia potencia,
y las líneas mejores, las ejemplares
y musicales tiradas, apenas si sobreviven
como detrás de un vidrio, burla y tedio,
¡oh pobre Olimpio!


4

¿Campos donde el que más despoja
es el que avanza?
¿Trampa y recompensa
para los que perseveran
enfermizamente atentos a apoderarse
de la utilidad atreviéndose
a lo banal absoluto de escribir
"Cierren esa puerta", o "Quisiera dormir"?
Cuanto trace la escritura
será interpretado, obtendrá respuesta,
como a los piadosos se les permite
orar según les plazca, convencidos
de que Dios escucha y lee
hasta las pisadas de una hormiga.

(de "En la letra, ambigua selva", 1972)