jueves, 26 de mayo de 2011

todo es instantáneo, súbito; Alfredo Veiravé

No he sido nunca un cazador de perdices porque la muerte de un animal pequeño me sacude como el viento del campo a los pastos
extraños,
pero soy cazador de la palabra en vuelo, lo cual
constituye una estética desdeñada por Valéry entre otros.
¿De dónde viene esta cetrería sin halcones?
Debe ser, supongo, una fuerza que sale de la propia voz callada
que comienza a hablar dentro de uno, en cualquier momento;
el lujo de la bandada que cruza el cielo en una tarde espectacular,
cuando el papel en blanco nos mueve los dedos, articulados en una mano que golpea las teclas.
Quizá la poesía no esté allí, sino en los entresueños, cuando
despiertos, miramos con los ojos cerrados
una ceniza que se llama tiempo, quizá la mentalidad
del oído que oye murmullos entre los muertos.
Por eso nada habrá cuando me haya caído en la sombra
ya que todo es instantáneo, súbito,
y los poemas inéditos se han roto para siempre.
Como poeta repentista asumo estas obligaciones y también esos defectos.
Quede para otra ocasión la posibilidad de que la vejez
dicte en otras personas el murmullo de una flor de coral
que asoma debajo de las aguas.

"Palabra cazada al vuelo", Alfredo Veiravé, en 200 años de poesía argentina

1 comentario:

  1. Excelente poema de uno de los grandes poetas de Entre Rios, la patria chica de Juan L. Ortíz, Ricardo Molinari y Carlos Mastronardi. Gracias!!
    David A. Sorbille

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