sábado, 17 de diciembre de 2011

Notificación

VIII Concurso Nacional Macedonio Fernández de Narrativa, I Concurso Nacional Javier Adúriz de Poesía, diciembre de 2011

Todos los años, desde 2004, el Taller Macedonio Fernández que dirijo, edita -con el apoyo institucional de la CODIC, Comisión de Docencia, Investigación y Cultura del Círculo Médico de Lomas de Zamora y el aval económico de la Fundación Médica del mismo partido- dos libros que provienen de la selección y evaluación del jurado que convoco personalmente para cada entrega. El concurso es nacional y pueden participar en él, en forma gratuita, todos los habitantes de Argentina, nativos o extranjeros, mayores de 18 años.
Las condiciones originales fueron confeccionadas por mí sobre una base común, pero cada año recibo ayuda y sugerencias de amigos, escritores y no escritores, que se suman a esta primera idea inicial y hoy forman parte de un equipo de trabajo cuyo objetivo principal es la difusión de la producción literaria nacional, sea cual sea su origen.
Las reglas establecidas en las bases son claras y obedecen a diferentes motivos específicos, cada cláusula apunta a un objetivo concreto y establece el límite para que ese objetivo pueda llevarse a cabo.
Este año, la primera de ellas -“Podrán participar todas las personas mayores de 18 años residentes en Argentina con un libro inédito de poesía , escrito en castellano, de tema libre, que no haya obtenido premios o menciones, ni haya sido finalista en otros concursos”-, orientada a abrir las posibilidades de reconocimiento a más cantidad de escritores al limitar que un mismo texto obtenga varios premios simultáneos, fue transgredida por el participante que obtuvo el I Premio Javier Adúriz de Poesía.
Lamentablemente, ninguno de nosotros tuvo conocimiento de esta situación hasta el día 13 de diciembre por la tarde, de modo que el libro Un portal de Ovejas fue editado con una tirada de 500 ejemplares como anuncian nuestras bases, para ser entregado esta tarde en la fiesta de premiación, junto con los tres mil pesos en efectivo que forman parte del premio.
A través de esta nota, comunico a todos los participantes y no participantes del concurso que se declara desierto el I Premio Javier Adúriz de Poesía, quedando para la entrega de esta tarde únicamente los diplomas correspondientes a los “textos seleccionados” en ese género.
En el mismo acto, se llevará a cabo con toda normalidad la entrega de los libros correspondientes al VIII Concurso Nacional Macedonio Fernández de Narrativa, otorgado al libro Disonancias, de Federico Novak, por el jurado que integraron los escritores Ana Bravo Adúriz, Marcelo Damiani y Roberto Ferro.
Al jurado de Poesía, Silvia Camerotto, Griselda García y Jorge Boccanera, el mayor de los agradecimientos por su trabajo y por el apoyo brindado frente a esta inesperada situación.

Roxana Palacios
Temperley, diciembre de 2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

Fallo de los Concursos Nacionales Macedonio Fernández de Narrativa y Javier Adúriz de Poesía 2011 de Argentina

Queridos amigos: transcribo aquí los títulos, seudónimos y nombres de los autores seleccionados por el jurado de Narrativa, Ana Bravo Adúriz, Roberto Ferro y Marcelo Damiani y de Poesía Silvia Camerotto, Griselda García y Jorge Boccanera, para los concursos Macedonio Fernández y Javier Adúriz respectivamente. De esta selección se eligió, como es habitual, el premio único de cada género. Nuestro objetivo es colaborar con la difusión de la producción literaria de autores residentes en la República Argentina, los premios nacionales Macedonio Fernández y Javier Adúriz consisten en la edición de 500 ejemplares del libro ganador - de los cuales el departamento de Letras de la Fundación Médica se reserva cien para distribución gratuita en Bibliotecas, Centros Culturales y Talleres - y un incentivo de tres mil pesos ($ 3.000) en efectivo.
Quiero agradecer especialmente a todos los participantes y muy especialmente a los médicos integrantes de la CODIC, Comisión de Docencia, Investigación y Cultura, Comisión directiva y Comisión de Información, Prensa y Relaciones Públicas del Círculo Médico de Lomas de Zamora, que apoyan este proyecto, institucional y económicamente, desde hace ocho años: Dres. Guillermo Brandt, Fernando Mendyrzycki, Carlos Decuzzi, Gustavo Martínez, Oscar Corrado, José Palombo y Adrián Balbín, y al señor Mauricio Galimberti, editor de los libros ganadores.

Textos seleccionados en Narrativa:

ELISEADAS, seudónimo "Milton", autor: Roberto Montaña
DISONANCIAS, seudónimo "Pepita", autor: Federico Novak
LO QUE QUEDA, seudónimo LT Ramírez, autora: Virginia Montero

Premio Macedonio Fernández de Narrativa 2011:

DISONANCIAS, seudónimo "Pepita", autor: Federico Novak

textos seleccionados en Poesía:

FORCEPS, seudónimo Gustavo Sorensen, autor: Marcos Vieytes
UN PORTAL DE OVEJAS, seudónimo Luciano, autor: Alejandro Castro
FUEGO, seudónimo Roberto Rossi, autor: Miguel Ángel D´Elía
MI PADRE CAVABA UN POZO, seudónimo Chin chi, autor: Adrián Sánchez

Premio Javier Adúriz de Poesía 2011:

UN PORTAL DE OVEJAS, seudónimo Luciano, autor: Alejandro Castro

Felicitamos a los autores y los invitamos a la entrega de premios que se realizará el sábado 17 de diciembre a las 19,30 en el auditorio del Círculo Médico de Lomas de Zamora, Colombres 420, Lomas de Zamora.

Roxana Palacios

viernes, 28 de octubre de 2011

Del otro lado de la reja está la realidad, Francisco Urondo

Del otro lado de la reja está la realidad,
de este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.

Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Kafka y sus precursores, Jorge Luis Borges

Yo premedité alguna vez un examen de los precursores de Kafka. A éste, al principio, lo pensé tan singular como el fénix de las alabanzas retóricas; a poco de frecuentarlo, creí reconocer su voz o sus hábitos en textos de diversas literaturas y de diversas épocas. Registraré unos pocos aquí, en orden cronológico.
El primero es la paradoja de Zenón contra el movimiento. Un móvil que está en A (declara Aristóteles) no podrá alcanzar el punto B, porque antes deberá recorrer la mitad del camino entre los dos, y antes la mitad de la mitad, y antes, la mitad de la mitad, y así hasta el infinito; la forma de este ilustre problema es, exactamente, la de El Castillo, y el móvil y la flecha y Aquiles son los primeros personajes kafkianos de la literatura. En el segundo texto que el azar de los libros me deparó, la afinidad no está en la forma sino en el tono. Se trata de un apólogo de Han Yu, prosista del siglo IX, y consta en la admirable Anthologie raisonée de la littérature chinoise (1948) e Margoulié. Ese es el párrafo que marqué, misterioso y tranquilo: "Universalmente se admite que el unicornio es un ser sobrenatural y de buen agüero; así lo declaran las odas, los anales, las biografías de varones ilustres y otros textos cuya autoridad es indiscutible. Hasta los párvulos y las mujeres del pueblo saben que el unicornio constituye un presagio favorable. Pero este animal no figura entre los animales domésticos, no siempre es fácil encontrarlo, no se presta a una clasificación. No es como el caballo o el toro, el lobo o el ciervo. En tales condiciones, podríamos estar frente al unicornio y no sabríamos con seguridad que lo es. Sabemos que tal animal con crin es caballo y que tal animal con cuernos es toro. No sabemos como es el unicornio"
El tercer texto procede de una fuente más previsible; los escritos de Kierkegaard. La finalidad mental de ambos escritores es cosa de nadie ignorada; lo que no se ha destacado aún, que yo sepa, es el hecho de que Kierkegaard, como Kafka, abundó en parábolas religiosas de tema contemporáneo y burgués. Lowrie, en su Kierkegaard, transcribe dos. Una es la historia de un falsificador que revisa, vigilado incesantemente, los billetes del Banco de Inglaterra; Dios, de igual modo, desconfiaría de Kierkegaard y le habría encomendado una misión, justamente por haber avezado el mal.
El sujeto de otra son las expedientes al Polo Norte. Los párrocos habrían declarado desde los púlpitos que participar en tales expediciones conviene a la salud eterna del alma. Habrían admitido, sin embargo, que llegar al Polo es difícil y tal vez imposible y que no todos pueden acometer la aventura. Finalmente, anunciarían, que cualquier viaje de Dinamarca a Londres, digamos en el vapor de la carrera-, o un paseo dominical en coche de plaza, son, bien mirados, verdaderas expediciones al Polo Norte, La cuarta de las Prefiguraciones la hallé en el poema Fears and Scruples de Browning, publicado en 1876. Un hombre tiene, o cree tener, un amigo famoso. Nunca lo ha visto y el hecho es que éste no ha podido, hasta el día de hoy, ayudarlo, pero se cuentan rasgos suyos muy nobles, y circulan cartas auténticas. Hay quien pone en duda los rasgos, y los grafólogos afirman la apocrifidad de las cartas. El hombre, en el último verso, pregunta: "¿Y si este amigo fuera Dios?".
Mis notas registran asimismo dos cuentos. Uno pertenece a las Histories désobligeantes de León Bloy y refiere el caso de unas personas que abundan en globos terráqueos, en atlas, en guías de ferrocarril y en baúles, y que mueren sin haber logrado salir de su pueblo natal. El otro se titula Carcassonne y es obra de Lord Dunsany. Un invencible ejército de guerreros parte de un castillo infinito, sojuzga reinos y ve monstruos y fatiga los desiertos y las montañas, pero nunca llegan a Carcasona, aunque alguna vez la divisan. (Este cuento es, como fácilmente se advertirá, el estricto reverso del anterior; en el primero, nunca se sale de una ciudad; en el último, no se llega).
Si no me equivoco, las heterogéneas piezas que he enumerado se parecen a Kafka; si no me equivoco, no todas se parecen entre sí. Este último hecho es el más significativo. En cada uno de esos textos está la idiosincrasia de Kafka, en grado mayor o menor, pero si Kafka no hubiera escrito, no la percibiríamos; vale decir, no existiría. El poema Fears and Scruples de Browning profetiza la obra de Kafka, pero nuestra lectura de Kafka afina y desvía sensiblemente nuestra lectura del poema. Browning no lo leía como ahora nosotros lo leemos. En el vocabulario crítico, la palabra precursor es indispensable, pero habría que tratar de purificarla de toda connotación de polémica o rivalidad. El hecho es que cada escritor crea sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro. En esta correlación nada importa la identidad o la pluralidad de los hombres. El primer Kafka de Betrachtung es menos precursor del Kafka de los mitos sombríos y de las instituciones atroces que Browning o Lord Dunsany.

Otras inquisiciones, 1952

jueves, 18 de agosto de 2011

¿qué dios, qué cárcel, qué Creación?, Jorge Luis Borges

Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía. Noches enteras malgasté en recordar el orden y el número de unas sierpes de piedra o la forma de un árbol medicinal. Así fui revelando los años, así fui entrando en posesión de lo que ya era mío. Una noche sentí que me acercaba a un recuerdo preciso; antes de ver el mar, el viajero siente una agitación en la sangre. Horas después empecé a avistar el recuerdo: era una de las tradiciones del dios. Éste, previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males. La escribió de manera que llegara a las más apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribió, ni con qué caracteres; pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerá un elegido. Consideré que estábamos, como siempre, en el fin de los tiempos y que mi destino de último sacerdote del dios me daría acceso al privilegio de intuir esa escritura. El hecho de que me rodeara una cárcel no me vedaba esa esperanza; acaso yo había visto miles de veces la inscripción de Qaholom y sólo me faltaba entenderla.

Borges, J.L. "La escritura del dios", El Aleph, 1949
Klimt, G. "El árbol de la vida", 1905

martes, 9 de agosto de 2011

Como criaturas de agua cruda, Irma Elena Marc

Has visto, me pregunto, has visto
la cara de tus hijos
sin entremirar el espejo.
Has visto – Ella pregunta- has visto
el cuerpo de tu mujer
(sencillamente el cuerpo de tu mujer)
sin aritmética, con los ojos como máquinas voladoras,
no con los ojos como palomas de trono y de altar,
con la boca como criaturas de agua cruda,
no para estar como muerto donde lo muerto.
Has visto (preguntamos) has visto
a la mujer del rito de la ausencia,
al laberinto de donde húmedo saliste
para permanecer desde entonces en fuga,
tanteando la oscuridad con manos de verdugo,
a puro látigo la luz como un lugar inhóspito,
violento.
Siempre fuiste mi espejo
el común aire
el borde del huracán
la espuma sin orillas de mis labios
el silencio turbio masticándonos,
imponiendo apellido a lo vomitado, lo doloroso,
lo para siempre insoportable.
Mi pequeño juez.

Texto: Irma Elena Marc, "Lo para siempre insoportable"
Foto: Gustave Klimt, La muerte y la vida

lunes, 11 de julio de 2011

Borges: una iniciación, por Roxana Palacios



“El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta. El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta: ´Pero, ¿hay una meta?´
Paracelso se rió”


Jorge Luis Borges*


El 14 de junio se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges. Había nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899 y murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.

¿Qué decir de Borges hoy, a 25 años de su muerte, sabiendo que su obra es inabarcable, inclasificable?

Que hay que leerlo. Como hombres y mujeres atravesados por la ciencia, por la política, por la sociedad; como docentes, como discípulos, como padres, como hijos, como argentinos, leerlo.
Leer Borges es complejo y apasionante. Desde Fervor de Buenos Aires hasta La memoria de Shakespeare, leerlo.
En el Círculo Médico de Lomas de Zamora, a partir del miércoles 10 de agosto, vamos a hacerlo. Los esperamos. Roxana Palacios

El programa detallado y la bibliografía del curso pueden visualizarse en:

http://borgeslector.blogspot.com/

Borges: una iniciación
Desde el miércoles 10 de agosto a las 18,30
Círculo Médico de Lomas de Zamora
Colombres 420, L. de Zamora

Contenido teórico-crítico y lectura directa de los textos sobre algunos de los ejes fundamentales de la escritura borgeana: Mitos, Filosofía, Historia, Cábala, Religión.

Consultas e inscripciones:

CODIC, Comisión de Docencia, Investigación y Cultura:
4-244-1080, int. 29, Sra. María del Carmen Tolace.
Cel: 156-782-4551 (sólo para inscripciones)
e-mail: macedonianos@gmail.com

*"La rosa de Paracelso", en La memoria de Shakespeare, 1983

lunes, 20 de junio de 2011

muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, Gabriel García Márquez

"Las letras parecían ropa puesta a secar en un alambre y se asemejaban más a la escritura musical que a la literaria. Un mediodía ardiente, mientras escrutaba los manuscritos, sintió que no estaba solo en el cuarto. Contra la reverberación de la ventana, sentado con las manos en las rodillas, estaba Melquíades. No tenía más de cuarenta años. Aureliano Segundo lo reconoció de inmediato porque aquel recuerdo hereditario se había transmitido de generación en generación y había llegado a él desde la memoria de su abuelo"
Gabriel García Márquez


Seminario: El Boom
Literatura de la revolución, revolución de la literatura
por Roxana Palacios

Módulo IV: 22 / 29 de junio, 6 de julio

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez

Lugar de encentro: Círculo Médico de Lomas de Zamora
Colombres 20, Lomas de Zamora

Día y horario: miércoles a las 18,30

Contenido teórico-crítico y lectura directa de la obra sobre la base de tres ejes fundamentales: la pregunta por el origen, el espíritu civilizador, trascendencia y antagonismos entre realismo mágico y real maravilloso

http://tallermacedoniofernandez2010.blogspot.com/

consultas e inscripciones: macedonianos@gmail.com 156-782-4551

martes, 7 de junio de 2011

sobre el corazón de la tierra, Miguel Ángel Morelli

1


mi madre creía en dios y hablaba con él en voz alta
mientras lavaba la ropa y la colgaba de la soga


sentado en un rincón del patio | después de la escuela
yo la escuchaba hablar sola y pensaba que mi madre estaba loca

¿cómo no iba a pensarlo? | yo tenía apenas doce años
la edad del mundo | la edad de todas las verdades de este mundo

pero un día llegué y ella no estaba
y fue como volver a nacer | aunque del lado de la desesperanza

eso pasó hace mucho tiempo, es cierto, pero de tarde en tarde
cuando el olvido me acorrala | me siento en el rincón de pensarla
y vuelvo a ser entonces ese niño al que la muerte le mordía los labios

a beatriz piedras


2

y me pregunto qué va a ser de mí | con esta lluvia
con tanta agua corriendo calle abajo | y esos despojos
que van a la deriva | si hoy el mundo es una boca de tormenta

hay que llegar | me digo | a la otra orilla
mientras trato de recordar cómo era que rezaba
aquel hombre que no salía de su casa sin paraguas

a liliana guaragno


3

si en este instante | si en este abismo de luz
el tiempo se detuviese ante tus ojos
podrías ver la flecha todavía en el aire
y al pájaro ensangrentado cayendo desde el cielo

la herida, amor, es siempre una parte de abismo |
la flecha una excusa de la muerte


4

cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol |
y de pronto anochece…
salvatore quasimodo, y de pronto anochece

una bandada de pájaros atraviesa el horizonte
dibujando misteriosas figuras en el aire |
indescifrables signos que se lleva la tarde

mientras allá arriba | cerca del cielo
el sol reverbera todavía en su plumaje
acá abajo las sombras ya le ponen
metáforas de miedo a la noche


5

cuando ya no nos queda nada |
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto

josé ángel valente, poema

no para no ser es que te pienso
ni para ser en tu ausencia
sino para que seas más allá del ser |
en el no ser más allá de tu propia existencia

te pienso para salvarte | para salvarme te pienso


6

adónde va el dolor cuando deja de doler? |
cuando por fin el hombre se libera del hombre
qué astillas del olvido deshabitan su cadáver? |
qué razones de intemperie lo devuelven a la nada?

si nada queda de él en nuestras manos |
a dónde oculta dios su propia ausencia?

a luis alberto v.


7

escribir un poema | un único poema
elemental y simple como una piedra

y después trepar las escaleras | salir al balcón
ser como ese pájaro que bebe la luna

a jorge ricardo aulicino

***

domingo, 5 de junio de 2011

de mis amigos para mis amigos: Ricardo Plaul, Luis Sepúlveda, María Catalina Alberto



Por eso es que a mis amigos
los mido con vara rasa
y los tengo muy escogidos,
son lo mejor de cada casa.

Joan Manuel Serrat

Gracias, amigos, por hacer las mejores cosas de la vida. RP




Dicen que el trovador del pueblo
tiene Alas en el corazón.
Su verso abreva en la sangre
de América Morena, derrama
su poesía en la Memoria del Dolor.
León de los Nadie, garras de justicia
para vivir los sueños en tu cielo de paz,
para andar los caminos de la patria
con la antorcha de la Tierra,
con el alma de Mercedes
cobijando tus cuerdas.
Pariendo las coplas que encienden
los vientos de la Revolución serena,
dicen que el Trovador del pueblo
es la voz de los sin voz,
floreciendo en el mundo.

Las mujeres de mi generación

abrieron sus pétalos rebeldes
de rosas, camelias, orquídeas y otras yerbas,
de saloncitos tristes, de casitas burguesas,
de costumbres añejas,
sino de yuyos peregrinos entre vientos.

Porque las mujeres de mi generación florecieron
en las calles, en las fábricas,
se hicieron hilanderas de sueños,
en el sindicato organizaron el amor
según sus sabios criterios.

Es decir, dijeron las mujeres de mi generación,
a cada cual según su necesidad
y capacidad de respuesta,
como en la lucha golpe a golpe,
en el amor beso a beso.

Y en las aulas argentinas, chilenas o uruguayas,
supieron lo que tenían que saber,
para el saber glorioso
de las mujeres de mi generación.

Minifalderas en flor de los sesenta,
las mujeres de mi generación
no ocultaron ni las sombras de sus muslos,
que fueron los de Tania.

Erotizando con el mayor de los calibres
los caminos duros de la cita con la muerte.

Porque las mujeres de mi generación,
bebieron con ganas del vino de los vivos,
acudieron a todas las llamadas
y fueron dignas en la derrota.

En los cuarteles las llamaron putas
y no las ofendieron,
porque venían de un bosque de sinónimos alegres:
minas, grelas, percantas, cabritas, minones,
gurisas, garotas, jevas, zipotas,
viejas, chavalas, señoritas.

Hasta que ellas mismas escribieron
la palabra Compañera,
en todas las espaldas
y en los muros de todos los hoteles.

Porque las mujeres de mi generación nos marcaron
con el fuero indeleble de sus uñas
la verdad universal de sus derechos.

Conocieron la cárcel y los golpes,
habitaron en mil patrias y en ninguna,
lloraron a sus muertos y a los míos como suyos,
dieron calor al frío y al cansancio deseos,
al agua sabor y al fuego lo orientaron
por un rumbo cierto.

Las mujeres de mi generación parieron hijos eternos,
cantando “Summertime” les dieron teta,
fumaron marihuana en los descansos,
danzaron lo mejor del vino
y bebieron las mejores melodías.

Porque las mujeres de mi generación,
nos enseñaron que la vida
no se ofrece a sorbos, compañeros,
sino de golpe y hasta el fondo de las consecuencias.

Fueron estudiantes, mineras, sindicalistas, obreras,
artesanas, actrices, guerrilleras,
hasta madres y parejas
en los ratos libres de la Resistencia.

Porque las mujeres de mi generación,
sólo respetaron los límites
que superaban todas las fronteras.

Internacionalistas del cariño, brigadistas del amor,
comisarias del decir te quiero, milicianas de la caricia.

Entre batalla y batalla,
las mujeres de mi generación lo dieron todo
y dijeron que eso apenas era suficiente.

Las declararon viudas en Córdoba y en Tlatelolco,
las vistieron de negro en Puerto Montt y Sao Paulo,
y en Santiago, Buenos Aires o Montevideo,
fueron las únicas estrellas
de la larga noche clandestina.

Sus canas no son canas,
sino una forma de ser
para el quehacer que les espera.

Las arrugas que asoman en sus rostros,
dicen he reído y he llorado y volvería a hacerlo.

Las mujeres de mi generación,
han ganado algunos kilos de razones
que se pegan a sus cuerpos,
se mueven algo más lentas,
cansadas de esperarnos en las metas.

Escriben cartas que incendian las memorias.

Recuerdan aromas proscritos y los cantan.
Inventan cada día las palabras
y con ellas nos empujan,
nombran las cosas y nos amueblan el mundo.

Escriben verdades en la arena y las ofrendan al mar.

Nos convocan y nos paren sobre la mesa dispuesta.

Ellas dicen pan, trabajo, justicia, libertad,
y la prudencia se transforma en vergüenza.

Las mujeres de mi generación son como las barricadas:
protegen y animan, dan confianza
y suavizan el filo de la ira.

Las mujeres de mi generación
son como un puño cerrado,
que resguarda con violencia la ternura del mundo.

Las mujeres de mi generación no gritan,
porque ellas derrotaron al silencio.

Si algo nos marca, son ellas.

La identidad del siglo, son ellas.

Ellas: la fe devuelta, el valor oculto en un panfleto,
el beso clandestino, el retorno a todos los derechos.

Un tango en la serena soledad de un aeropuerto,
un poema de Gelman escrito en una servilleta,
Benedetti compartido en el planeta de un paraguas,
los nombres de los amigos
guardados con ramitas de lavanda.

Las cartas que hacen besar al cartero,
las manos que sostienen los retratos de mis muertos,
los elementos simples de los días
que aterran al tirano,
la compleja arquitectura de los sueños de tus nietos.

Lo son todo y todo lo sostienen,
porque todo viene con sus pasos
y nos llega y nos sorprende.

No hay soledad donde ellas miren,
ni olvido mientras ellas canten,
intelectuales del instinto, instinto de la razón,
prueba de fuerza para el fuerte
y amorosa vitamina del débil.

Así son ellas, las únicas, irrepetibles, imprescindibles, sufridas,
golpeadas,
negadas pero invictas mujeres de mi generación.

"Las malas compañías", Joan Manuel Serrat (fragmento)

"Trovador", Ricardo Plaul, 2010

"Las mujeres de mi generación", Luis Sepúlveda, 1999

"mujer", María Catalina Alberto, 2011

sábado, 4 de junio de 2011

Borges, el inmortal. Clase abierta por Roxana Palacios

Fatigamos otros desiertos, donde es negra la arena, donde el viajero debe usurpar las horas de la noche, pues el fervor del día es intolerable. JLB

Literatura-filosofía-religión
Borges, el inmortal
Clase abierta
por Roxana Palacios
Viernes 10 de junio a las 18,30
Highland Park

jueves, 2 de junio de 2011

Detrás de aquella puerta, Olga Orozco

En algún lugar del gran muro inconcluso está la puerta,
aquella que no abriste
y que arroja su sombra de guardiana implacable en el revés de todo tu destino.
Es tan sólo una puerta clausurada en nombre del azar,
pero tiene el color de la inclemencia
y semeja una lápida donde se inscribe a cada paso lo imposible.
Acaso ahora cruja con una melodía incomparable
contra el oído de tu ayer,
acaso resplandezca como un ídolo de oro bruñido por las cenizas del adiós,
acaso cada noche esté a punto de abrirse en la pared final del mismo sueño
y midas su poder contra tus ligaduras como un desdichado Ulises.
Es tan sólo un engaño,
una fabulación del viento entre los intersticios de una historia baldía,
refracciones falaces que surgen del olvido cuando lo roza la nostalgia.
Esa puerta no se abre hacia ningún retorno;
no guarda ningún molde intacto bajo el pálido rayo de la ausencia.
No regreses entonces como quien al final de un viaje erróneo
-cada etapa un espejo equivocado que te sustrajo el mundo-
descubriera el lugar donde perdió la llave y trocó por un nombre confuso la consigna.
¿Acaso cada paso que diste no cambió, como en un ajedrez,
la relación secreta de las piezas que trazaron el mapa de toda partida?
No te acerques entonces con tu ofrenda de tierras arrasadas,
con tu cofre de brasas convertidas en piedras de expiación;
no transformes tus otros precarios paraísos en páramos y exilios,
porque también, también serán un día el muro y la añoranza.
Esa puerta es sentencia de plomo; no es pregunta.
Si consigues pasar,
encontrarás detrás, una tras otra, las puertas que elegiste.

jueves, 26 de mayo de 2011

todo es instantáneo, súbito; Alfredo Veiravé

No he sido nunca un cazador de perdices porque la muerte de un animal pequeño me sacude como el viento del campo a los pastos
extraños,
pero soy cazador de la palabra en vuelo, lo cual
constituye una estética desdeñada por Valéry entre otros.
¿De dónde viene esta cetrería sin halcones?
Debe ser, supongo, una fuerza que sale de la propia voz callada
que comienza a hablar dentro de uno, en cualquier momento;
el lujo de la bandada que cruza el cielo en una tarde espectacular,
cuando el papel en blanco nos mueve los dedos, articulados en una mano que golpea las teclas.
Quizá la poesía no esté allí, sino en los entresueños, cuando
despiertos, miramos con los ojos cerrados
una ceniza que se llama tiempo, quizá la mentalidad
del oído que oye murmullos entre los muertos.
Por eso nada habrá cuando me haya caído en la sombra
ya que todo es instantáneo, súbito,
y los poemas inéditos se han roto para siempre.
Como poeta repentista asumo estas obligaciones y también esos defectos.
Quede para otra ocasión la posibilidad de que la vejez
dicte en otras personas el murmullo de una flor de coral
que asoma debajo de las aguas.

"Palabra cazada al vuelo", Alfredo Veiravé, en 200 años de poesía argentina

viernes, 20 de mayo de 2011

Presentación de Resplandor final, de Liliana Díaz Mindurry

Hay un país simulado
un nombre simulado un tiempo simulado
un viejo país detenido en agujeros negros
el país simulado al fondo
(como un pozo)
oscuro
fabricado en el pozo de los sueños
(ese fondo sin fondo)

En un mundo asimétrico lo que está por suceder
no termina de suceder
porque es posible que no haya suceso
en un mundo asimétrico donde hay carceleros
el carcelero no permite la entrada
aunque dice que la permite y hasta guarda una sonrisa en la pantalla
(Y hay un hombre de negro que mira desde lejos en un hueco del tiempo)

el carcelero dice: el país está cerrado dice: el el país es puntual en decir que está /cerrado
dice: no
no dice
o está y dice con su presencia
o no está pero es fácil imaginarlo
algo que no termina de suceder ....


A LA MEMORIA DE MI PRIMO GUILLERMO DIAZ LESTREM

"Juanito Laguna aprende a leer" (fragmento) de Antonio Berni, en Resplandor final, Liliana Díaz Mindurry

Jueves 26 de mayo
Presentación de "Resplandor final"
Ediciones Ruinas Circulares
Hora: 19,30
Lugar: Casa de la Lectura, Lavalleja 924, Buenos Aires
Presentan: Dolores Etchecopar, Víctor Redondo y Enrique Solinas


"El libro consta de diez poemas cada uno de ellos dedicado a un cuadro. Estos cuadros son "Personajes en la noche" de Joan Miró, "Persistencia de la memoria" de Salvador Dalí, "Misterio y melancolía de una calle" de Giorgio de Chirico, "La Gioconda" de Leonardo Da Vinci, "La filosofía del camarín" de René Magritte, "Cristo muerto" de Hans Holbein, "A una cierta hora" de María Germinova llamada "Toyen", "Pequeños mundos" de wassily Kandinsky, "El guitarrista ciego" de Pablo Picasso, "Juanito Laguna aprende a leer" de Antonio Berni"

Liliana Díaz Mindurry

martes, 17 de mayo de 2011

en el centro, Graciela Caprarulo

Paraíso perdido
y caían los muertos
como cae el follaje de los árboles
en el umbral del invierno

y los sueños fueron armas en nuestras manos
una plegaria dolida
para que algún dios viniera
a coronar la rebelión del justo

creíamos en los amaneceres
en los libres del mundo
en la virtud del pan
en la bienaventuranza
creíamos en el abrigo de los brazos
en la nobleza del vino
en el final del hambre

pero el día llegó
en que deshabitamos los sueños

los árboles estaban raídos
esquivos a toda primavera

tuvimos que emigrar
hacia otra nueva fundación del día

el paraíso está repleto de inquilinos
gente que supo ayunar de los placeres
y elevar sus oraciones antes e la ingesta

somos los desterrados al oriente del mundo
vemos nacer el Sol cada mañana

a Beatriz Schaefer Peña
en Poesía argentina contemporánea Parte I

viernes, 13 de mayo de 2011

el lento filo de los versos, Liliana Majic

Vivo en una estructura
inmóvil
artificiosa
no puedo soltar la voz
indago en mil detalles para comprender
miro al cielo
el universo está pleno
no lo podemos vivir
y nuestra pequeñez pretenciosa
creyéndose todo
sigo buscando lo que no sé

voy a encerrarme en una gota
hasta romperme

Materia oscura, 2011

lunes, 9 de mayo de 2011

una mujer que se va, Enrique Solinas

Esa mujer
extendida hasta nunca debajo de la sábana
no muestra signos de respiración.
Apenas es el resto de una imagen,
el personaje principal en bastidores
no disponible para despedidas.
Hacia los costados,
sus brazos se alargan y tocan el infinito.
Las manos se apoyan en oriente y occidente
sin ganas ya,
sin intención.

Descorro la sábana y al mismo tiempo
vuela una mosca como ninfa sorprendida.
He aquí la cuestión:
sus labios entreabiertos y la piel extraña
contrastan con el gesto de una sonrisa,
y el único signo de vitalidad
es la mosca
que ha bebido toda su respiración.

Si la mujer sonríe es porque sabe algo
que nunca terminó de decir.
Si la mujer sonríe
es porque nos ha engañado
y nunca sabremos el motivo.
Pasa el tiempo como la vida pasa,
como pasa lo bello y lo triste.
Luego la abrirán en dos
para saber la causa de su fallecimiento.
Luego,
su rostro cambiará y será otra,
alguien desconocido.

Ahora sé que éste es el rostro de Dios:
una mujer que se va y la mosca que sonríe,
compartiendo la misma despedida.
Tan sólo nos queda
cubrir el cuerpo de la desesperanza
y contemplar el aire de la noche,
fatal y divino.

a mi madre, in memoriam

de Noche de San Juan, 2008

sábado, 7 de mayo de 2011

homenaje a Javier Adúriz, sábado 7 de mayo a las 19

"Más allá de que todo texto es música, hay que investigar desde dónde se produce"
Javier Adúriz

Queridos amigos: a mediados de abril la poesía argentina perdió a Javier Adúriz, un poeta enorme que, además, enseñaba las cosas de la poesía. Desde ese día muchos de nosotros estamos planeando modos de homenajearlo, de hacerle saber a quienes no lo conocieron, dónde se pueden conseguir sus libros, dónde se puede leer su obra. A quienes lo conocimos no nos hace falta ninguna explicación, buscaremos honrar a Javier por siempre y donde sea. Quizás esto nos haga sentirnos un poco menos solos, quizás sea otro modo de seguir recibiendo su saber y su cariño. El sábado 7 de mayo vamos a presentar el último libro de Javier, Esto es así, en Reunión de voces 2011. Les contará brevemente su trayectoria poética David Sorbille y junto con Carlos Pereiro leeremos algunos de sus poemas. Ojalá quieran y puedan venir. También habrá venta de ejemplares! Dejo aquí los datos del encuentro, los esperamos!!

Roxana Palacios

Presentación de Esto es así, de Javier Adúriz,
Sábado 7 de mayo a las 19
SADEM, Belgrano 3665, Buenos Aires
Entrada libre

viernes, 6 de mayo de 2011

I Concurso Nacional de Poesía Javier Adúriz-VIII Concurso Nacional de Narrativa Macedonio Fernández

Igual, no se quiere dejar de sonreír
Javier Adúriz

Estimados amigos: el 21 de abril pasado murió el poeta Javier Adúriz, entrañable amigo y colaborador del Concurso Macedonio Fernández desde sus inicios. Desde aquí nos sumamos a todo homenaje que se le rinda en cualquier parte del mundo como poeta, hombre y maestro. Nos quedan para siempre su palabra y su nombre, que desde ahora encabeza nuestro concurso de poesía. Mi agradecimiento a su esposa, Ana Bravo.

Roxana Palacios


*I Concurso Nacional de Poesía Javier Adúriz

Podrán participar todos los poetas mayores de 18 años residentes en Argentina con un libro inédito de poemas, escrito en castellano, de tema libre, que no haya obtenido premios o menciones, ni haya sido finalista en otros concursos.
Se tomará como válida la fecha del sello postal.
No se entregará recibo alguno por la recepción de las obras.
Ningún material será devuelto por la institución durante el concurso ni después de establecido el fallo del jurado. Tampoco se mantendrá correspondencia sobre el mismo con los participantes.
Los autores ganadores conservarán los derechos totales de su autoría.
La participación en este concurso es gratuita.
La sola recepción del material determina la inscripción.
No podrán participar personas relacionadas con el CMLZ.
Los autores premiados serán notificados en los primeros días del mes de noviembre de 2011.
La participación en este concurso implica la aceptación completa de sus bases.
Los envíos serán recibidos desde el lunes 2 de mayo hasta el viernes 29 de julio de 2011 por correo postal o personalmente en Colombres 420, (1832) Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina.

Presentación del material: un libro inédito de poemas, de temática libre, con un mínimo de 400 líneas y un máximo de 700, en hoja tamaño A4, anillado y firmado con seudónimo, en letra Times New Roman o similar, cuerpo 12, a doble espacio, por una sola cara del papel. No podrán superarse las 70 páginas.

Sistema de plicas: los libros deberán ir acompañados de un sobre cerrado conteniendo los datos personales del autor: nombre, apellido, número de documento, domicilio, teléfonos y correo electrónico, se ruega no agregar currículum literario ni lista de premios obtenidos. Al frente de la plica deberán figurar seudónimo y título de la obra.
Cantidad de copias: tres.

Premio único e indivisible: $ 3.000 más la edición del libro ganador

Jurado de Poesía: Silvia Camerotto, Griselda García y Jorge Boccanera

Coordinación general de Concursos: Roxana Palacios




*VIII Concurso Nacional de Narrativa Macedonio Fernández

Podrán participar todas las personas mayores de 18 años residentes en Argentina con un libro inédito de narrativa breve , escrito en castellano, de tema libre, que no haya obtenido premios o menciones, ni haya sido finalista en otros concursos.
Se tomará como válida la fecha del sello postal.
No se entregará recibo alguno por la recepción de las obras.
Ningún material será devuelto por la institución durante el concurso ni después de establecido el fallo del jurado. Tampoco se mantendrá correspondencia sobre el mismo con los participantes.
Los autores ganadores conservarán los derechos totales de su autoría.
La participación en este concurso es gratuita.
La sola recepción del material determina la inscripción.
No podrán participar personas relacionadas con el CMLZ.
Los autores premiados serán notificados en los primeros días del mes de noviembre.
La participación en este concurso implica la aceptación completa de sus bases.

Los envíos serán recibidos desde el lunes 2 de mayo hasta el viernes 29 de julio de 2011 por correo postal o personalmente en Colombres 420, (1832) Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina.

Presentación del material: se participará con un libro inédito de cuentos breves, de temática libre, con un mínimo de 50 y un máximo de 70 páginas, en hoja tamaño A4, anillado y firmado con seudónimo, en letra Times New Roman o similar, en cuerpo 12, a dos espacios, por una sola cara del papel.

Sistema de plicas: los libros deberán ir acompañados de un sobre cerrado conteniendo los datos personales del autor: nombre, apellido, número de documento, domicilio, teléfonos y correo electrónico, se ruega no agregar currículum literario ni lista de premios obtenidos. Al frente de la plica deberán figurar seudónimo y título de la obra
Cantidad de copias: tres.

Premio único e indivisible: $ 3.000 más la edición del libro ganador

Jurado de Narrativa: Ana Bravo Adúriz, Marcelo Damiani y Roberto Ferro

Coordinación general de Concursos: Roxana Palacios


e-mail: macedonianos@gmail.com / 156-782-4551 m / 156-782-4551 http://tallermacedoniofernandez2010.blogspot.com/

Imagen: Hokusai, paisaje

sábado, 30 de abril de 2011

en las regiones prohibidas, Ernesto Sábato

Murió Ernesto Sábato, el gran artista. Pasó de la física a la literatura, de la literatura a la exposición, de la exposición al color, del color al anonimato siempre en compromiso con su búsqueda final. No sé ni me importa si fue mejor o peor que otros, si sus destrezas narrativas se adelantaron o no a las coordenadas de su época, la sola lectura de un texto como Sobre héroes y tumbas justifica mi homenaje.
Desde aquí mi despedida llena de respeto y agradecimiento.

Roxana Palacios

I
¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato? Esta feroz lucidez que ahora tengo es como un faro y puedo aprovechar un intensísimo haz hacia vastas regiones de mi memoria: veo caras, ratas en un granero, calles de Buenos Aires o Argel, prostitutas y marineros; muevo el haz y veo cosas más lejanas: una fuente en la estancia, una bochornosa siesta, pájaros y ojos que pincho con un clavo. Tal vez ahí, pero quién sabe: puede ser mucho más atrás, en épocas que ahora no recuerdo, en períodos remotísimos de mi primera infancia. No sé. ¿Qué importa, además? Recuerdo perfectamente, en cambio, los comienzos de mi investigación sistemática (la otra, la inconsciente, acaso la más profunda, ¿cómo puedo saberlo?). Fue un día de verano del año 1947, al pasar frente a la Plaza Mayo, por la calle San Martín, en la vereda de la Municipalidad. Yo venía abstraído, cuando de pronto oí una campanilla, una campanilla como de alguien que quisiera despertarme de un sueño milenario. Yo caminaba, mientras oía la campanilla que intentaba penetrar en los estratos más profundos de mi conciencia: la oía pero no la escuchaba. Hasta que de pronto aquel sonido tenue pero penetrante y obsesivo pareció tocar alguna zona sensible de mi yo, algunos de esos lugares en que la piel del yo es finísima y de sensibilidad anormal: y desperté sobresaltado, como ante un peligro repentino y perverso, como si en la oscuridad hubiese tocado con mis manos la piel helada de un reptil. Delante de mí, enigmática y dura, observándome con toda su cara, vi a la ciega que allí vende baratijas. Había cesado de tocar su campanilla; como si sólo la hubiese movido para mí, para despertarme de mi insensato sueño, para advertir que mi existencia anterior había terminado como una estúpida etapa preparatoria, y que ahora debía enfrentarme con la realidad. Inmóvil, con su rostro abstracto dirigido hacia mí, y yo paralizado como por una aparición infernal pero frígida, quedamos así durante esos instantes que no forman parte del tiempo sino que dan acceso a la eternidad. Y luego, cuando mi conciencia volvió a entrar en el torrente del tiempo, salí huyendo.De ese modo empezó la etapa final de mi existencia. Comprendí a partir de aquel día que no era posible dejar transcurrir un solo instante más y que debía iniciar ya mismo la exploración de aquel universo tenebroso.Pasaron varios meses, hasta que en un día de aquel otoño se produjo el segundo encuentro decisivo. Yo estaba en plena investigación, pero mi trabajo estaba retrasado por una inexplicable abulia, que ahora pienso era seguramente una forma falaz del pavor a lo desconocido.Vigilaba y estudiaba los ciegos, sin embargo. Me había preocupado siempre y en varias ocasiones tuve discusiones sobre su origen, jerarquía, manera de vivir y condición zoológica. Apenas comenzaba por aquel entonces a esbozar mi hipótesis de la piel fría y ya había sido insultado por carta y de viva voz por miembros de las sociedades vinculadas con el mundo de los ciegos. Y con esa eficacia, rapidez y misteriosa información que siempre tienen las logias y sectas secretas; esas logias y sectas que están invisiblemente difundidas entre los hombres y que, sin que uno lo sepa y ni siquiera llegue a sospecharlo, nos vigilan permanentemente, nos persiguen, deciden nuestro destino, nuestro fracaso y hasta nuestra muerte. Cosa que en grado sumo pasa con la secta de los ciegos, que, para mayor desgracia de los inadvertidos, tienen a su servicio hombres y mujeres normales: en parte engañados por la Organización; en parte, como consecuencia de una propaganda sensiblera y demagógica; y, en fin, en buena medida, por temor a los castigos físicos y metafísicos que se murmura reciben los que se atreven a indagar en sus secretos. Castigos que, dicho sea de paso, tuve por aquel entonces la impresión de haber recibido ya parcialmente y la convicción de que los seguiría recibiendo, en forma cada vez más espantosa y sutil; lo que, sin duda a causa de mi orgullo, no tuvo otro resultado que acentuar mi indignación y mi propósito de llevar mis investigaciones hasta las últimas instancias.Si fuera un poco más necio podría acaso jactarme de haber confirmado con esas investigaciones la hipótesis que desde muchacho imaginé sobre el mundo de los ciegos, ya que fueron las pesadillas y alucinaciones de mi infancia las que me trajeron la primera revelación. Luego, a medida que fui creciendo, fue acentuándose mi prevención contra esos usurpadores, especie de chantajistas morales que, cosa natural, abundan en los subterráneos, por esa condición que los emparenta con los animales de sangre fría y piel resbaladiza que habitan en cuevas, cavernas, sótanos, viejos pasadizos, caños de desagües, alcantarillas, pozos ciegos, grietas profundas, minas abandonadas con silenciosas filtraciones de agua; y algunos, los más poderosos, en enormes cuevas subterráneas, a veces a centenares de metros de profundidad, como se puede deducir de informes equívocos y reticentes de espeleólogos y buscadores de tesoros; lo suficientemente claros, sin embargo, para quienes conocen las amenazas que pesan sobre los que intentan violar el gran secreto.Antes, cuando era más joven y menos desconfiado, aunque estaba convencido de mi teoría, me resistía a verificarla y hasta a enunciarla, porque esos prejuicios sentimentales que son la demagogia de las emociones me impedían atravesar las defensas levantadas por la secta, tanto más impenetrables como más sutiles e invisibles, hechas de consignas aprendidas en las escuelas y los periódicos, respetadas por el gobierno y la policía, propagadas por las instituciones de beneficencia, las señoras y los maestros. Defensas que impiden llegar hasta esos tenebrosos suburbios donde los lugares comunes empiezan a ralear más y más, y en los que empieza a sospecharse la verdad.Muchos años tuvieron que transcurrir para que pudiera sobrepasar las defensas exteriores. Y así, paulatinamente, con una fuerza tan grande y paradojal como la que en las pesadillas nos hace marchar hacia el horror, fui penetrando en las regiones prohibidas donde empieza a reinar la oscuridad metafísica, vislumbrando aquí y allá, al comienzo indistintamente, como fugitivos y equívocos fantasmas, luego con mayor y aterradora precisión, todo un mundo de seres abominables.Ya contaré cómo alcancé ese pavoroso privilegio y cómo después de años de búsqueda y de amenazas pude entrar en el recinto donde se agita una multitud de seres, de los cuales los ciegos comunes son apenas su manifestación menos impresionante.

"Informe sobre ciegos" (fragmento), en Sobre héroes y tumbas, 1961

viernes, 29 de abril de 2011

perforar el material hasta su núcleo, Javier Adúriz, por Tomás Sánchez Belocchio

Ayer murió Javier Adúriz, poeta, amigo y maestro.
Decir profesor hubiera sonado casi mezquino, porque no alcanza a explicar la vitalidad y la inteligencia que irradiaba, ni el rastro de su influencia en aquellos que lo conocimos.
Todavía no pude procesar del todo la noticia de su muerte en mi cabeza. Fue tan rápido…
“Se murió el profesor de mi alma”, escuché que alguien dijo en su entierro.
Yo sé que Javier pertenece a mucha gente. Fue marido, padre y también hermano. Tuvo cientos (quizás miles) de alumnos a lo largo de treinta años y otros tantos amigos. Muchos de mis recuerdos de él son en realidad compartidos. Pero me gusta pensar que tuve una relación especial con él, distinta a las otras.
La nuestra fue una amistad intelectual. No de simetría, eso está claro. Sino en el sentido de que nunca fue afectuosa o confesional y más que nada, estuvo ligada al amor que compartíamos por la literatura. Javier era reservado y desde el colegio siempre mantuvimos cierta distancia o dinámica alumno-profesor, que sólo en ocasiones rompíamos. Yo no llamaba a Javier para contarle un problema familiar, pero podíamos estar horas debatiendo cuál era el mejor cuento de Salinger. Quizás por eso no supe hasta muy tarde reconocerla como tal. Hay amistades que tienen otros modos.
Dos escenas son fundamentales para entender el significado de Javier en mi vida. Son egocéntricas porque ambas se refieren a mí, pero no me importa, porque dan una idea cabal de su generosidad y también de su humildad. Además, tienen una rara cualidad poética.

De la primera incluso hablamos con él una semana después, cuando volvimos a encontrarnos. Me dijo: "Tenés que escribir sobre esa noche". Y en ese momento me reí porque había pensado lo mismo. Los dos habíamos quedado impactados por su rara energía. Lo que no pensé es que iba a escribir sobre esa noche justo ahora. Era diciembre. El calor era infernal. Estábamos solos en su departamento de Recoleta, la ventana abierta de par en par, el ventilador andando. Creo que discutíamos el final de uno de mis cuentos cuando de pronto se cortó la luz. Esperamos unos minutos que volviera. Pero no volvió. Y no sé si fue eso, el calor y la oscuridad, que lo hizo hablarme de una manera que no había hecho nunca. Me gustaría tener al menos la mitad de su elocuencia, la gracia, el dominio absoluto del idioma. Me dijo, con palabras mucho mejores, que tenía que ir más allá, destruir para volver a empezar, perforar el material hasta su núcleo, despojarme de lo nimio, me dejaba embelesar por la música de las palabras y estaba siendo blando, ¿dónde está la furia? Y no podía conformarme con menos. Habrán sido no más de cinco minutos y alcanzaron para destrozar toda seguridad que podía tener sobre “mi obra”. Bajamos a oscuras y en silencio las escaleras. Volví a casa derrotado y al mismo tiempo con la certeza de que había un halago secreto en sus palabras.

La segunda, no sé si fue antes o después de la primera, pero tiene más sentido para mí si las ordeno de este modo. Fue después de una noche de taller. Esta vez hacía frío y se había levantado viento mientras esperábamos un taxi en French y Las Heras. Él venía hablando de otro de mis cuentos cuando casi de la nada me dijo: "Vos ya sos un escritor". Lo miré incrédulo. Cuando tu profesión es otra, cuando no se tiene nada publicado, la palabra tiene algo de ilusorio o de inalcanzable, hasta impostado. Entonces me contó que a él se lo había dicho muchos años atrás un amigo poeta, una especie de mentor, cuyo nombre me dijo pero no retuve. Según él había sido un momento bisagra en su vida, aunque había demorado años en entenderlo y ahora, esa noche, había sentido la necesidad de reafirmármelo. “Vos ya sos un escritor. Quiero que lo sepas”. Y enseguida, me preguntó qué pensaba hacer con eso, como si en el acto de pasarme ese título invisible y antes de que pudiera regodearme con su elogio, ya me cargara una responsabilidad enorme.

No puedo fijar el recuerdo de la última vez que vi a Javier. Sé la fecha, conozco el lugar, pero no puedo recordar de qué hablamos exactamente esa noche. La mañana después del primer episodio de su enfermedad me escribió para suspender nuestro próximo encuentro. Era un mail apurado, breve, pero al final puso: "Te quiero decir algo que no es una despedida, pero urge decírtelo. Sos un escritor extraordinario y me honra tu amistad. Un gran abrazo, Javier." Confieso que al principio me pareció exagerado, porque me llegaban noticias de que estaba poniéndose mejor. Le escribí, me respondió. Hablé por teléfono con él sólo una vez más. Hace apenas unos días, ya cuando empezaba a impacientarme, pensando cuándo Javier iba a tener fuerzas para retomar el taller, me enteré de que había vuelto a su casa después de la última internación y ya no había nada más que hacer. Quise hablar con él, visitarlo. Pero era demasiado tarde y no tuve la chance de despedirme como hubiera querido.

Hasta ayer pensaba que su mayor regalo fue la dedicatoria de un poema que aparece en su anteúltimo libro. Se llama Piercing, y es para mí uno de los mejores. Reproduce el diálogo alucinado entre un padre y un hijo. Casi puedo oírlo decir: Lo nuestro fue más ensoñado siempre. Pero Javier, ¿no ves la radiación por todas partes? Ahora, entiendo que su mayor regalo fue en realidad otro. Su mirada, la que me trataba como un par y en la cual podía reconocerme como en ninguna otra. Esa mirada que me leyó como nunca antes nadie me había leído y que hoy me urge a escribir.

No sé si tengo plena noción de su pérdida, de lo que voy a extrañarlo.
Sólo espero haber honrado su amistad.

sábado, 23 de abril de 2011

I Concurso Nacional de Poesía Javier Adúriz


Igual, no se quiere dejar de sonreír
Javier Adúriz, El nadador

Estimados amigos: el 21 de abril pasado murió el poeta Javier Adúriz, entrañable amigo y colaborador del Concurso Macedonio Fernández desde sus inicios. Desde aquí nos sumamos a todo homenaje que se le rinda en cualquier parte del mundo como poeta, hombre y maestro. Nos quedan para siempre su palabra y su nombre, que desde ahora encabeza nuestro concurso de poesía. Mi agradecimiento a su esposa, Ana Bravo.

Roxana Palacios


*I Concurso Nacional de Poesía Javier Adúriz

Podrán participar todos los poetas mayores de 18 años residentes en Argentina con un libro inédito de poemas, escrito en castellano, de tema libre, que no haya obtenido premios o menciones, ni haya sido finalista en otros concursos.
Se tomará como válida la fecha del sello postal.
No se entregará recibo alguno por la recepción de las obras.
Ningún material será devuelto por la institución durante el concurso ni después de establecido el fallo del jurado. Tampoco se mantendrá correspondencia sobre el mismo con los participantes.
Los autores ganadores conservarán los derechos totales de su autoría.
La participación en este concurso es gratuita.
La sola recepción del material determina la inscripción.
No podrán participar personas relacionadas con el CMLZ.
Los autores premiados serán notificados en los primeros días del mes de noviembre de 2011.
La participación en este concurso implica la aceptación completa de sus bases.
Los envíos serán recibidos desde el lunes 2 de mayo hasta el viernes 29 de julio de 2011 por correo postal o personalmente en Colombres 420, (1832) Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina.

Presentación del material: un libro inédito de poemas, de temática libre, con un mínimo de 400 líneas y un máximo de 700, en hoja tamaño A4, anillado y firmado con seudónimo, en letra Times New Roman o similar, cuerpo 12, a doble espacio, por una sola cara del papel. No podrán superarse las 70 páginas.

Sistema de plicas: los libros deberán ir acompañados de un sobre cerrado conteniendo los datos personales del autor: nombre, apellido, número de documento, domicilio, teléfonos y correo electrónico, se ruega no agregar currículum literario ni lista de premios obtenidos. Al frente de la plica deberán figurar seudónimo y título de la obra.
Cantidad de copias: tres.

Premio único e indivisible: $ 3.000 más la edición del libro ganador

Jurado de Poesía: Silvia Camerotto, Griselda García y Jorge Boccanera

Coordinación general de Concursos: Roxana Palacios



*VIII Concurso Nacional de Narrativa Macedonio Fernández

Podrán participar todas las personas mayores de 18 años residentes en Argentina con un libro inédito de narrativa breve , escrito en castellano, de tema libre, que no haya obtenido premios o menciones, ni haya sido finalista en otros concursos.
Se tomará como válida la fecha del sello postal.
No se entregará recibo alguno por la recepción de las obras.
Ningún material será devuelto por la institución durante el concurso ni después de establecido el fallo del jurado. Tampoco se mantendrá correspondencia sobre el mismo con los participantes.
Los autores ganadores conservarán los derechos totales de su autoría.
La participación en este concurso es gratuita.
La sola recepción del material determina la inscripción.
No podrán participar personas relacionadas con el CMLZ.
Los autores premiados serán notificados en los primeros días del mes de noviembre.
La participación en este concurso implica la aceptación completa de sus bases.

Los envíos serán recibidos desde el lunes 2 de mayo hasta el viernes 29 de julio de 2011 por correo postal o personalmente en Colombres 420, (1832) Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina.

Presentación del material: se participará con un libro inédito de cuentos breves, de temática libre, con un mínimo de 50 y un máximo de 70 páginas, en hoja tamaño A4, anillado y firmado con seudónimo, en letra Times New Roman o similar, en cuerpo 12, a dos espacios, por una sola cara del papel.

Sistema de plicas: los libros deberán ir acompañados de un sobre cerrado conteniendo los datos personales del autor: nombre, apellido, número de documento, domicilio, teléfonos y correo electrónico, se ruega no agregar currículum literario ni lista de premios obtenidos. Al frente de la plica deberán figurar seudónimo y título de la obra
Cantidad de copias: tres.

Premio único e indivisible: $ 3.000 más la edición del libro ganador

Jurado de Narrativa: Ana Bravo Adúriz, Marcelo Damiani y Roberto Ferro

Coordinación general de Concursos: Roxana Palacios


e-mail: macedonianos@gmail.com / 156-782-4551 m / 156-782-4551 http://tallermacedoniofernandez2010.blogspot.com/

Imagen: Hokusai, paisaje

jueves, 21 de abril de 2011

ése es el poema, cuando el lenguaje habla por sí; Javier Adúriz, gracias siempre

Probemos vanguardismo, hagamos ensayo del poema sin perderlo. Reflexión emotiva,
imagen cartesiana, donde la razón se encienda
a la par de la razón natural: los cuatro elementos,
casi como filosofía de la composición. Pero ojo,
que no se advierta. Que el buen lector la incluya
en su flujo de ego multiforme: la ficción fija
de este juego que hace el escritor, el que también
se presta a un viaje hacia adentro que es afuera.

Sin lector no hay literatura y menos poesía, dicen,
la alta compañía para algo o alguien que respira
solo, y espera ser comprendido, hasta entender
de una, que vive en algo más que él, que ¡apenas
él! Que le pulula por dentro, homólogo a lo externo.
Pero del Yo hablo: el tema. Ese equívoco múltiple
e ignorado, como Proteo; o para darle a la mudaza
un símil pop y modernositud: ese alien, ese hulk
o bien, esa cajita ruso-china de vívida mamushka.

A mi ver, y muy en tosca hipótesis, somos reactivos.
Lo que llamamos Yo es sólo un peso del ánimo,
la industriosa fantasía que lame nuestra pena,
hecha de dolor objetivo y la figuración que portan
las palabras, en distancia insalvable con la cosa.
Ahí empieza la tragedia torpe de la incomprensión,
los abismos dispares o blandos que por humor altivo
asimilamos a nuestra valiente comedia de existir.
Digo: ¿si a uno, el otro no le importa?: a qué con uno.

Y empieza la encerrona. El aire es aire, respiración
de la especie, pero en concierto, metáfora introspectiva
de matices que pelean por la nominación, en donde topa
contra patéticos tropiezos. Quién habla a quién, si
“quien” es otro y otro y otro, a veces en mera función
utilitaria, o moralidad grotesca transmitida. Un reactivo,
pero dulce, por la legión de compañeros que lo viven
en el limitado cuerpo que atraviesa la llanura fértil
o seca, donde nieva o llueve parejo al día de su ficción.

Es que somos de cuento, como la tierra que para todo
sirve, para un barrido como para un fregado, muñecos
turbios de un deseo primal, el instinto de base velador
o ansioso para su extensa satisfacción: creerse alguien.
Es que es áspero, en la meseta conquistada de lo “eso”,
saber que nadie nos espera, ni la figura de un yo mismo.
Entonces ya: palabrería al palo, los proyectos, el empaque
de una carne del corazón que hace de sí las poses del actor,
arte exquisito o tan ramplón de cada quien, según le sale.

Y aquí el poeta, y su adorable tinglado de aguas de resurrección.
Si de uno para uno, la congelante pajería de buscar un estilo,
sobrevivir por amaños a una manía, que se impone al pobre lector.
Un nominalismo para señores críticos, que en exclusiva glosan
con la momiosa capa del experto o del especialista (palabra
legañosa si las hay) Si para el otro en vez, eso que claramente
no es uno, el escribidor alcanza otra momia de útil y de dulce,
lo académico del profesor que habla y dice como si supiera,
aunque los calzones los lleve medroso, cagados por igual.

Saquemos la disyunción, la no salida, que nos encanta para
ser los tristes de nosotros mismos. La puerta está cerrada, sí.
Y qué. La mónada respira maquinaria de agitación. Es así,
pero tal un fuego que quema más allá de la experiencia verbal,
una suerte de luz que no es luz, de sonido carente de sonido,
en intuición de lo real que asoma más allá de los que nada
somos y nos constituye. Bien. A mi entender hay que ir ahí,
a esa verdad que está por fuera de nosotros, y reside oblicua
en el don de la palabra general, en construcción colectiva.

Ése es el poema, cuando el lenguaje habla por sí. Y arrastra
siglos de siglos de condición humana junto a civilización
y naturaleza indiferente. Una índole del verbo que se demuestra
muy por debajo del ego propio, tan conmovedor por cierto
porque es de uno, pero siempre fascista de bota y bigotito
pelotudo. No, el poema está en todos. Y hay un cierto deber
de hacerlo para quien lo busque y quiera. Como decía el gran
Martí: “con todos y para el bien de todos”, belleza en este cielo,
con este viento y aire abiertos, y agua y fuegos del planeta.

Javier Adúriz, 16 de abril de 1948-21 de abril de 2011
"Formas del yo"

miércoles, 20 de abril de 2011

libre como el verso, Juan L. Ortiz

Colinas, colinas, bajo este Octubre ácido...
Colinas, colinas, descomponiendo o reiterando matices aún fríos,
o no pudiendo decir plenamente el oro y el celeste, fluidos, de los cultivos.
Nos dueles, oh paisaje que no puedes cantar en la tarde agria e indecisa,
lleno de escalofríos bajo las nubes tenaces e inquietas todavía de tu sueño
y estás solo. solo, solo, con la angustia y el desamparo de tus criaturas.
Pero aun si cantaras el canto no se oiría casi.
Oiríamos sólo el ruido de los carros largos con su carga de desesperación.
Oiríamos sólo el silencio de los niños y de las mujeres junto a los ranchos transparentes.
Veríamos sólo la figura deshecha con la bolsa al hombro sobre la cima de la loma.
Veríamos sólo esos arrabales de las Estaciones, oh campos de Entre Ríos con aún países absolutos de injusticia,
oh, campos de Entre Ríos hechos para la dicha
de los que os evocaron esa aurora florecida que aún no canta y que es extraña al día.
Otro será el paisaje mañana en las mismas líneas puras.
Cantará con un múltiple canto entre las casas próximas con mesas,
ah , seguras y con libros y músicas.
Como de la noche de su alma del sueño de los campos el hombre extraerá toda la maravilla.
No más dividido, no, con el hermano, ni consigo mismo, ni con la tierra, el hombre.
Uno consigo mismo y con el mundo para crearse sin fin en la gracia más alta de la criatura,
y sonreír al rostro cejante de la sombra.

Juan L. Ortiz, "Colinas, colinas" en El álamo y el viento, 1947

domingo, 17 de abril de 2011

alimentos terrestres, todas las dicotomías; Julio Cortázar, Rayuela

La publicación de Rayuela en 1963, la transformación de valores por los que atravesaba la literatura latinoamericana y las contradicciones sociopolíticas que se agudizaban en el continente americano colocaron a Cortázar en una posición sobre la que debatieron público y medios en torno del deber ser de los intelectuales. Cortázar se consagró para un nuevo público lector, joven en su mayoría. Es sabido que el impacto de la revolución cubana desencadenó una serie de cambios que afectaron su vida y su escritura; sin embargo, esos cambios no fueron producidos únicamente por su experiencia y conocimiento del proceso revolucionario de Cuba. Entre el Cortázar que deja Buenos Aires y el que se instala en París hay un pasaje donde se instala la noción de viaje como tropo, una nueva posibilidad de dar forma al lado de allá y el lado de acá. En el Círculo Médico de Lomas de Zamora vamos a leer esta novela insoslayable a partir del miércoles 20 de abril, te invitamos a unirte a nosotros llamando al 156-782-4551 o enviándonos un mail a macedonianos@gmail.com

“porque boom significa mucho más que estallido”

Seminario: El boom, literatura de la revolución, revolución de la literatura, por Roxana Palacios

Lugar de encuentro: Círculo Médico de Lomas de Zamora
Duración: 12 clases (entre abril y julio)
Inicio: miércoles 20 de abril a las 18,30
Contenido teórico-crítico y lectura directa de cuatro novelas insoslayables:

Módulo 1: 20 y 27/04 y 4/05: Rayuela, de Julio Cortázar
Módulo 2: 11, 18/05 y 1/06: Cien años de soledad, de G. García Márquez
Módulo 3: 8, 15 y 22/06: La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes
Módulo 4: 29/06 y 6 y 13/07: La ciudad y los perros, de M. Vargas Llosa

consultas e inscripciones: macedonianos@gmail.com 156-782-4551

viernes, 8 de abril de 2011

rojo y en francés, Karina Sacerdote

I- el acero al rojo en la piel
el arrebato de conservación
el rojo en crecimiento
recorriéndolo todo
llenando todas las células y los nervios
y la cabeza inmersa en el tormento
la voz el pecho el grito
todos los huesos
lastimándose hasta el pelo y las uñas
hasta lo que no se soporta

y luego
delicadamente
pacífico el rojo tiñéndonos por completo
ser ese dolor también
saber que ya es parte nuestra
que así somos
y dejar de dolernos


II- la última vez escuchamos a Edith Piaf
ninguno de los dos sabía francés
(yo sigo sin saberlo)
pero lloraste
una vida triste tuvo
dijiste
lloramos
no porque nuestra vida fuese triste
acaso fue porque sabíamos
que ya nunca más
la escucharíamos juntos
en francés
para no entenderla
ahora Edith, su vida en rosa y yo
nos acompañamos
sonreímos juntas
no porque nuestra vida sea feliz
acaso sea porque ambas sabemos
que la tristeza nos acompaña
nos acompañará siempre
sabemos que ante ella
estamos solas y desnudas
coleccionando despedidas
una vida en rosa
y este silencio mío
sin música
recordándote
la vida en rosa
tu sonrisa que ya no está
y yo sigo sin saber francés

Karina Sacerdote, Rojo y En francés
Foto: Revista Axolotl

domingo, 27 de marzo de 2011

Noé Hernández Cortez: política, erotismo y el amor (ausente)


Leyendo una de las obras políticas más influyentes en el mundo académico del pensamiento marxista, Emancipation(s) de Ernesto Laclau, vislumbré una analogía entre la filosofía política del pensador argentino y el pensamiento político del poeta mexicano Octavio Paz. Esta analogía tiende sus vasos comunicantes a través de la metáfora la ausencia de la presencia. Así, me apresuré a escribir la siguiente nota.
Una forma de aproximarse a la noción de “significante vacío” que elabora Ernesto Laclau, principalmente en su obra Emancipation(s) (1996), es por medio de la metáfora la ausencia de la presencia. Mi siguiente aproximación no es casual, pues pocos lectores de la política han vislumbrado la conexión de la filosofía política de Ernesto Laclau con la sexualidad (Lacan, 1998) y el erotismo (Paz, 1993) El amor para el poeta Octavio Paz es la búsqueda de la unidad en el Otro. Para Lacan en la sexualidad se manifiesta la carencia de lo real, la falta de lo real que se reconcilia con la unidad por un instante a través del objeto del deseo, objet petit. No es extraño que Octavio Paz en su ensayo La llama doble (1993) se refiriera al amor como el gran ausente a finales del siglo XX en las democracias, en donde predominan las sonrisas idiotas de la satisfacción del consumo. En el lenguaje político de Laclau (1996), en el psicoanálisis de Lacan (1998) y en la poesía de Octavio Paz (1993) el significante vacío es la ausencia de la presencia, -y agregaría- la búsqueda de la unidad pérdida. En ese sentido, hay una conexión íntima entre política, sexualidad y erotismo, para usar la metáfora luminosa de Paz: una conexión íntima entre la plaza y la alcoba. Escribe Laclau en Emancipation(s):
En una situación de desorden radical, el “orden” está presente como aquello que está ausente; se convierte en un significante vacío en tanto significante de esa ausencia. En este sentido, varias fuerzas políticas pueden competir en esforzarse por presentar sus objetivos particulares como aquellos que se ocuparán de llenar la falta. Hegemonizar algo es, justamente cumplir esta función de llenado
Cualquier término que, en cierto contexto político, devenga en significante de la falta cumplirá la misma función. La política es posible porque la imposibilidad constitutiva de la sociedad sólo puede representarse a través de la producción de significantes vacíos. (Glynos y Stavrakakis, 2008:257)
El poeta Octavio Paz escribe en su ensayo La llama doble:
En Occidente se repitió el fenómeno de la primera postguerra: triunfó y se extendió una nueva y más libre moral erótica. Este período presenta dos características que no aparecen en el anterior: una, la participación activa y pública de las mujeres y de los homosexuales; otra, la tonalidad política de las demandas de muchos de esos grupos. Fue y es una lucha por la igualdad de derechos y por el reconocimiento jurídico y social; en el caso de las mujeres, de una condición biológica y social; en el caso de los homosexuales, de una excepción. Ambas demandas, la igualdad y el reconocimiento de la diferencia, eran y son legítimas; sin embargo, ante ellas los comensales de El banquete platónico se habrían restregado los ojos: el sexo ¿materia de debate político? En el pasado había sido frecuente la fusión entre erotismo y religión: el tantrismo, el taoísmo, los gnósticos; en nuestra época la política absorbe al erotismo y lo transforma: ya no es una pasión sino un derecho. Ganancia y pérdida: se conquista la legitimidad pero desaparece la otra dimensión, la pasional y espiritual. Durante todos estos años se han publicado, según ya dije, muchos artículos, ensayos y libros sobre sexología y otras cuestiones afines, como la sociología y la política del sexo, todas ellas ajenas al tema de estas reflexiones. El gran ausente* de la revuelta erótica de este fin de siglo ha sido el amor […] (Paz, 1993:153)
Así, existen conexiones íntimas entre la política, la sexualidad, el erotismo y el amor. Relación íntima entre la reflexión política en la plaza y la búsqueda de la unidad en la alcoba. La analogía entre el discurso de la política y el erotismo es la presencia del significante vacío, la presencia de la ausencia añorada.


Ciudad de México, a 25 de marzo de 2011

Fuentes:

Laclau, Ernesto (1996), Emancipation(s), London: Verso.

Paz, Octavio (1993), La llama doble. Amor y erotismo, México: Seix Barral.

Lacan, Jacques (1998), The Seminar. Book xx. Encore, On Feminine Sexuality, The Limits of Love and Knowledge, 1972-1973, Nueva York: Norton.

Glynos, Jason y Yannis Stavrakakis (2008), “Encuentros del tipo real. Indagando los límites de la adopción de Lacan por parte de Laclau”, en Laclau. Aproximaciones críticas a su obra, Simon Critchley y Oliver Marchant (compiladores), Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, pp. 249-267

Imagen: Amantes agotados, Katsushika Hokusai, 1810

viernes, 25 de marzo de 2011

me llaman Rodolfo Walsh, Rodolfo Walsh

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.

Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero.

Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.

En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

Rodolfo Walsh
http://www.escribirte.com.ar/textos/618/rodolfo-walsh.htm

jueves, 24 de marzo de 2011

que el rencor no intercepte el perdón, Francisco Urondo

Estoy con pocos amigos y los que hay
suelen estar lejos y me ha quedado
un regusto que tengo al alcance de la mano
como un arma de fuego. La usaré para nobles
empresas: derrotar al enemigo– salud
y suerte–, hablar humildemente
de estas posibilidades amenazantes.
Espero que el rencor no intercepte
el perdón, el aire
lejano de los afectos que preciso: que el rigor
no se convierta en el vidrio de los muertos; tengo
curiosidad por saber qué cosas dirán de mí; después
de mi muerte; cuáles serán tus versiones del amor, de estas
afinidades tan desencontradas,
porque mis amigos suelen ser como las señales
de mi vida, una suerte trágica, dándome
todo lo que no está. Prematuramente, con un pie
en cada labio de esta grieta que se abre
a los pies de mi gloria: saludo a todos, me tapo
la nariz y me dejo tragar por el abismo.

"No me puedo quejar", en Poemas Póstumos (1970-1972)

jueves, 17 de marzo de 2011

cuando la enfermedad era bella, Héctor Libertella

Para relacionar malestar con fulgor voy a una vieja anécdota: cuando era chico y vivía en Bahía Blanca, me impresionaba el mendigo de la plaza. Era un personaje muy flaco y sucio. Yo me compadecí de él durante ocho años, hasta que un día mi padre me dijo: “Es Fulano de Tal, el hombre más rico de la ciudad. Y el avaro más grande. Acercate un poco y vas a ver cómo le brillan los ojos de codicia”. Después agregó: “No te engañe su apariencia. No es oro todo lo que reluce”.
Yo era entonces muy chico para enfrentar tantas paradojas, pero ese pobre hombre rico no sé por qué me fascinó y me iluminó como un modelo alquímico. Como si las penurias de su cuerpo se transmutaran todas en el brillo de oro de sus ojos. Es la primera forma que me permite relacionar malestar con fulgor.
Edgar Poe murió hecho un desastre, dicen de alcoholismo y demencia senil precoz a los 41 años. “¡Ah, pero dejó la luz de ‘El cuervo’, Las aventuras de Arturo Gordon Pym y todos sus relatos!”, agregará la crítica. Paradigmático o como sea, me parece que este caso no nos sirve para la reunión de hoy, porque estar mal como Poe es estar enfermo y tener malestar es, en cambio, sentir simplemente angustia, ansiedad, congoja, desasosiego, desazón, inquietud, intranquilidad, nerviosidad. Es decir, las cosas vulgares (no sé si llamarlas neuróticas) que de a ratos puede tener cualquiera todos los días o incluso todo el día durante un tiempo prudente.
Si pensamos las relaciones entre arte y enfermedad la historia es larga y depende de los dictados de la moda. Y tiene que ver con qué se considera salud y qué enfermedad en distintas épocas. Ustedes saben que contra los clásicos sanos, influyentes y canónicos del siglo XIX, el romanticismo tomó una diagonal: “La enfermedad es bella”. La tuberculosis, la anemia, la discreta tos y el suicidio se hicieron símbolos de prestigio. La proximidad de la muerte, un pasaporte a la gloria.
En 1828, Lord Byron se miraba al espejo y decía esto (créase o no): “Estoy pálido. Me gustaría morir consumido, porque entonces las damas dirían ¡pobre Byron, qué interesante parece al morir!”
En el siglo XX la moda cambió, pasó de la tuberculosis a la locura. Basta con citar a Breton, el surrealismo, las reuniones con Lacan en el Santa Ana de París, las primeras exposiciones y publicaciones de los internos del hospital. Y el nuevo tablero de los ilustres, el Hall of the Fame de quienes murieron en el extravío o la niebla mental, desde Van Gogh, Nietzsche y Artaud a Hölderlin, Gérard de Nerval y Raymond Roussel. Y después acá, en Argentina, a Jacobo Fijman, que deambuló durante años por los pabellones del Borda.
No era malestar sino estar mal lo que Virginia Woolf le escribía en 1941 a su marido, como testamento, porque según ella no soportaba esa alternancia de euforia creativa y depresión cotidiana: “No quiero enloquecer otra vez”, y se tiraba al río con una enorme piedra en el bolsillo. Pero en el siglo XX el suicidio ya no era bello. Byron creía que había un extraño fulgor en su cara pálida que encantaba a las damas. En cambio, el miedo a la locura en Virginia Woolf se encontró no con el resplandor o el brillo intenso, sino con esa variante etimológica de la palabra fulgor que es fulminar, como cuando un rayo aniquila a alguien, lo mata. Es la diferencia entre dos siglos.
Hace poco le pregunté a un pintor cuáles podrían ser los artistas de mucho destello pero de mucho malestar. El me dijo: Bonnard y Soutine, obras de padecer una interminable ejecución, muy reescritas. Y me agregó esta anécdota: uno de ellos –no sé si Bonnard o Soutine– en algún museo de París –no sé si el Louvre u otro– entró un día con pinceles y témperas y empezó a corregir, a retocar uno de sus cuadros que ya estaba colgado en plena exposición. (No hablemos del revuelo que ese hecho produjo.) La excesiva reescritura en busca de un nuevo y nuevo destello, ese excesivo malestar en busca del fulgor podría evocar también el malestar de nuestra cultura, que no puede asumir la vieja receta de la paciencia cuando se trata de producir fuego. Esa receta dice más o menos esto: introducir un palo deslizándolo por una ranura en la madera seca, todo el tiempo que sea necesario hasta que aparezca la chispa. Y si no se logra la chispa, habrá que hablar entonces del malestar sexual en nuestra cultura.
Días atrás, un crítico me decía: “Leer literatura ya me duele un poco”. ¿Será acaso que leer literatura ya duele un poco porque se cumple como un castigo o una dura disciplina física en los patios cerrados de la Academia o de algún Salón, como decir, si no, en los verdes campos de Treblinka? Allí el resplandor de la lectura literaria parece más intenso porque queda recortado como un ghetto en medio de la Aldea Global, la comunicativa. No sé si ese resplandor ocurre porque tiene como aval el padecer típico del ghetto, el incipiente dolor de aquel amigo mío.
Una breve leyenda, no recuerdo de quién, podría haber sido el epígrafe pero termina siendo el colofón de todo esto: “No hay fuego arriba de uno, en el ethos que dice ética, sino abajo, en el pathos que dice patología”.

* Texto publicado en la revista-libro Mal Estar: psicoanálisis/cultura, publicación de la Fundación Proyecto al Sur.