Has visto, me pregunto, has visto
la cara de tus hijos
sin entremirar el espejo.
Has visto – Ella pregunta- has visto
el cuerpo de tu mujer
(sencillamente el cuerpo de tu mujer)
sin aritmética, con los ojos como máquinas voladoras,
no con los ojos como palomas de trono y de altar,
con la boca como criaturas de agua cruda,
no para estar como muerto donde lo muerto.
Has visto (preguntamos) has visto
a la mujer del rito de la ausencia,
al laberinto de donde húmedo saliste
para permanecer desde entonces en fuga,
tanteando la oscuridad con manos de verdugo,
a puro látigo la luz como un lugar inhóspito,
violento.
Siempre fuiste mi espejo
el común aire
el borde del huracán
la espuma sin orillas de mis labios
el silencio turbio masticándonos,
imponiendo apellido a lo vomitado, lo doloroso,
lo para siempre insoportable.
Mi pequeño juez.
Texto: Irma Elena Marc, "Lo para siempre insoportable"
Foto: Gustave Klimt, La muerte y la vida
Estupendo poema. Felicitaciones. David A. Sorbille
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