Tu corazón a cero computó los hechos
con la pericia de un forense. Había
objetos sanos: la mesa, por decir,
la pistola. Dijiste
otra película de enredos, otra proyección
sobre las sábanas. Ahí estábamos todos.
No tiren, es uno de los nuestros. ¡No
tiren! ¿Quién sabe cuántas perforaciones
tiene esa calabaza y cuántos caramelos?
Había una vez un balcón de piedra,
había una vez balas, la familia unida
en una región imaginaria, Kaddakesh,
el Nilo, río abajo, como camas de agua,
dos lápidas de hielo, inexorable, minúsculo
epitafio: no caí, no espero un milagro,
no soy idiota.
"Sucesos Argentinos", en Podemos llamarlo un día, 2005
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