Han pasado cosas
graves
inaceptables
Y también han sucedido maravillas que nadie quiso comprobar del mismo modo en que caminamos bajo el cielo convencidos de que la luna no es otra cosa que un satélite (Y digo que Federico y Rulfo la gastaron para disculpar la indiferencia)
Aquí hubo muertos
y ladrones
y un cambalache singular que desplegó nuestra vergüenza en todo el mundo
Pero también habrá resurrecciones y una historia nueva
o alguien que se proponga dulcemente devolver el pan
o un pensamiento que nos vaya rescatando paso a paso y un campo listo para todos los sembrados y la ilusión del fruto
(Digo que Discépolo fue un genio
un visionario
que nuestros hijos tienen ganas de volver o de quedarse)
Aquí está mi mano
la que escribe
la que intenta distraer y distraerme mientras me ponen la espalda en las retinas.
Hay otros como yo, con esta obstinación por la palabra o por el cuento
Y está la fuerza subterránea de una hormiga que multiplica fuerzas y construye aunque vuelquen veneno en el refugio.
No digo que ayer vi un hombre que lloraba ni la tristeza de mis viejos cuando no pueden pagarse los remedios.
No digo Escribo
Tampoco pretendo hacer poesía.
Ensayo en Argentina
Ni adornado ni periodístico, sólo lo justo para darle envión a la palabra. Aquella que contiene la certeza.
ResponderEliminarUn placer leerte, Laura.
Con mi abrazo.
gracias por los comentarios, Pedro, Diana!
ResponderEliminarDurísimo. Exacto. Dolido.
ResponderEliminarNi panfleto ni bajada de línea.
Por eso me gusta tanto.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Un manifiesto sincero que conmueve. Un gran poema más allá del tiempo. David Antonio Sorbille
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