jueves, 28 de octubre de 2010

claro, como el agua, por Roxana Palacios

Hace tiempo regreso, una y otra vez, a una grabación donde Cortázar camina por París mientras habla de los graffiti -esos fragmentos de arte popular superpuestos uno sobre otro como un mensaje a decodificar- y juega con el tiempo. Con la noción de tiempo, quiero decir. Dice algo así como que él está, en el presente, grabando algo que para nosotros será, al escuchar, el pasado, y que sin embargo para él, pertenece, ahora, al rango del futuro. Entonces pienso en el París de la derecha y de la izquierda, divididos tan sólo por una línea de agua dulce, y pienso en el Mar Dulce, que era sólo eso, agua, antes del bautismo de Solís.
Estamos atravesados por la cultura, con todo el progreso tecnológico, las fecundaciones asistidas, las ecografías 4D o la tecnología al servicio de las neurociencias; con la revolución informática y estas posibilidades de simultaneidad impensadas para nuestros padres; con todo lo que implica la velocidad: velocidad para el trabajo, velocidad para la diversión, velocidad para las relaciones; con lo nuevo, lo último, lo que envejece cada vez más pronto. Y uno no puede quedarse afuera, claro…el celular, por ejemplo, la computadora, parecen tan indispensables como el agua. Pero no.
Es raro, inicié esta nota pensando en los graffiti de París como una metáfora de mensaje atemporal: la historia de lo que se construye superpuesta con la historia de lo que se destruye. Eso dice Cortázar, que los graffiti son un poema anónimo de pegadores de carteles y poetas populares que se fueron superponiendo, de colores que se fueron mezclando y uno tiende a mirar el último por apurado, por no haber aprendido a caminar verdaderamente una ciudad.
Todo es distante y diferente y a la vez parece irreconciliable, dice, y yo pienso en un palimpsesto, un texto que fue borroneado por otro más nuevo, y otro, y otro más, pero que nunca dejó de existir allí debajo, como una huella erosionada pero indestructible.
Me decidí a observar detenidamente grafitos en la calle. Me sorprendió el cambio de ritmo y de tono de los últimos trazos. Más política y violencia, más guerra, menos ecología, pero también igualdad, hambre, libertades o derechos. Pocos días después de caminar mi experiencia, visitar diferentes rincones de la ciudad, ingresar en diversos sitios que convocan gente para diferentes actividades, entré en un jardín de infantes y un chico de pelo rojo me llevó al rincón de los graffiti. Me gustó lo que vi, palabras superpuestas escritas con semillas, con tintas naturales, con cortezas recogidas del suelo, unas sobre otras, como un palimpsesto. Logré leer algunos fragmentos de palabras o de frases y no me detuve en las de más arriba sino en tres palabras enteras por debajo de las otras, escritas con recortes de papel de diario: cuidemos el agua, así de claro.
Estamos atravesados por la cultura: tecnología, velocidad, inseguridad, manifestaciones de lo efímero, mega proyectos que se relacionan con abusos del pasado para enriquecer abusadores del presente y convertirse en la guerra del futuro.
Y el agua se termina.
El arte salva, pero únicamente allí donde es posible experimentar toda la fragilidad y la vulnerabilidad de la vida.
Sigo mirando grafitos, a ver si aprendo a leer los signos, como Cortázar, y a caminar verdaderamente la ciudad.

Foto: Infosur (megaminería)
Texto: Subjetividad del tiempo, Julio Cortázar

información didáctica en http://www.youtube.com/watch?v=ryfCWnDPc5U
http://www.youtube.com/watch?v=d-A662YtqOA

4 comentarios:

  1. Es una realidad muy cierta " Estamos atravesados por la cultura: tecnología, velocidad, inseguridad " es una gran verdad aunque muchos no lo entiendan aun .

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  2. Todo el día hoy enviando mensajes para poner en relación gente que defiende el agua, en diferentes lugares del mundo, y luego paso, según creía, a otra cosa con el poema de Macedonio Fernández Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte y por él descubro este lugar virtual, y de allí entro al mensaje de hoy, que comienza por hablarme de París, ciudad símbolo de la que llevo semanas tratando de huír, porque aunque lejos una parte de mí sigue caminando ante esa agua dulce, y de pintadas como las que tan lúcidamente gritan en las paredes de las ciudades para obligarnos a ver lo que de tan banal se hace traslúcido o invisible, la injusticia social, la miseria, la mezquindad, el abandono, y también el amor, la risa, el tesoro de humor que rinde a los tiranos, y con los ojos llenos de imágenes y palabras en muros recordados leo hasta llegar a la frase que cierra el día como un círculo, cuidemos el agua, y comienzo a creer que todo es posible.

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  3. que Muerte rige a Vida, Amor a Muerte; gracias por tu comentario, CM

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  4. Un texto magnífico a propósito de Cortázar y una invitación a la reflexión ante la levedad de la vida y la velocidad de las cosas. Un abrazo, David

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