miércoles, 17 de diciembre de 2014

Adventus: del tiempo que se viene, por Roxana Palacios

Para este tiempo que se viene, los argentinos, igual que todos en todas partes, hacemos compras y adornamos nuestras casas con luces y guirnaldas: muchos esperan a Papá Noel, que trae regalos y sorpresas, cosas bellas, cosas nuevas; muchos esperamos al Niño Jesús, que trae paz y renovación, lo nuevo, una rara clase de creatividad, y también recibimos al gordo barbudo que viene lleno de cosas espectaculares, que nos encantan, aunque decidamos voluntariamente y aunque nos cueste mucho, muchísimo a veces, todos los días en el día a día de cada hora por minuto entre segundo y segundo, priorizar las menos tangibles y sus alrededores, no por menos atractivas, sino por trascendentes. El sábado 29 terminó, para los católicos, el año litúrgico. Y el domingo 30 empezó el Tiempo de Adviento. Un tiempo fuerte de espera y preparación: cuatro semanas que anteceden a la Navidad. Un tiempo en que nos preparamos para recordar y celebrar la venida del niño Jesús, humilde y humano. Es un tiempo reservado para reflexionar y meditar; un tiempo destinado a la relectura de nuestro estar en el mundo. Porque más allá de los dones o regalos, se viene un nuevo final, amiguito de facebook. Y un nuevo comienzo. Así son estas cosas: para algunos, en Navidad, nacer es más que una metáfora y las luces que colgamos, bastante más que un guiño comercial: la Luz del mundo sobre nuestras pequeñas vidas fragmentadas, revelándose y encendiendo la sensibilidad de cada uno en particular para dos cosas, imprescindibles, sin las cuales sería imposible la vida sobre este planeta: comprensión y perdón, una forma de comunicación con menos apuro y más aceptación de nuestro prójimo más próximo. El Amor invita. Te invita a vos, me invita a mí, a nuestros opositores políticos, a nuetros hermanos en la fe, a los que opinan diferente, a los que nos lastimaron alguna vez, a los que lastimamos alguna vez. A los que queremos y a los que no queremos. A los desconocidos. A los infieles. A los ateos. A los soberbios. A los generosos. A los que lloran. A los tibios. A los que te hacen reír. A los que te acarician con el cuerpo y con el alma. A los que estamos esperando. A los que ya no volverán. Que la espera de estas semanas te colme de posibilidades de releer tu propio estar en el mundo, amiguito de facebook, de repensar, reflexionar, atento y vigilante, para que la Nochebuena nos encuentre a los argentinos mucho menos preocupados y sobre todo, mucho más juntos y felices*