martes, 1 de mayo de 2012

figuraciones excesivas, a propósito de la película "El pozo", de Rodolfo Carnevale. Por Roxana Palacios

."Allá en el fondo del pozo (...) donde 
no hay viento o perfume de hombre
donde jamás el mar impone su amenaza
allí, allí está quedo ese silencio"   (Vicente Aleixandre)
-

El autismo es cosa seria. Conozco la herida. Y me importa. De modo que esta nota se alinea mucho más fuertemente con el "tema" que con lla dinámica, estética o recursos cinematográficos elegidos por el joven director Rodolfo Carnevale para el montaje de su película "El pozo"
Uno de los obstáculos más difíciles de salvar cuando se trata de poner en palabra o en imagen una representación es, a mi ver, dónde poner el foco para captar la atención del lector/espectador y que ésta no decaiga en el transcurso de las sucesivas secuencias (esto es: ¿quién/es narrará/n o desde dónde se narrará la historia?, ¿cuál/es será/n el/los punto/s de vista adoptados por el autor?, ¿de dónde provienen las voces intervinientes en lo enunciado?): el plus del arte narrativo no radica en qué sino en cómo se narra una historia. Pero cuando la elección de ese qué, de ese tema a tratar, se orienta a un referente de la experiencia concreta, vida real, mundo fáctico o cualquier nombre con que se quiera designar a los hechos de la vida cotidiana enmarcados en coordenadas espacio-temporales en sintonía con la actualidad discursiva, es imprescindible que se consiga una mímesis tan verosímil como respetuosa. Yo creo que se trata de despojar la trama narrativa de cualquier elemento que resulte excesivo o innecesario, cualquier efecto o figuración que pueda desviar el eje en torno al cual se trabaja la obra toda. Sine embargo, tales efectos son, por lo general, herramientas hiperseguras a la hora de conseguir empatía, identificación o desatar el llanto del receptor (lector-espectador) porque apuntan directamente a sus emociones más profundas, sin filtro.
La película "El pozo" está, al decir de su director, "basada en hechos reales" y narra sin tapujos la historia familiar de una joven "autista" (Pilar) y su familia; las contradicciones, desesperación, culpas y destaenciones tanto del entorno familiar como del sistema de salud, sociedad y conflictos psicológicos que rodean la convivencia con una persona de características diferentes. Es, desde el inicio, una elección compleja, intensa y sobradamente riesgosa por parte de un director. Pero, Carnevale se las arregla para no arriesgar del todo. Por el contrario, se asegura la manipulación de las emociones del espectador al no escatimar efectos y recursos de los arriba mencionados. Así, escenas cargadas de petetismo y todo tipo de mezcla o imaginación melodramática (como las flameantes banderas argentinas en el cabildo del bicentenario la noche en que Pilar huye del instituto o las imágenes alucinatorias de la joven, donde una estatuita de la libertad norteamericana cobra vida y la hace sonreír), por mencionar sólo dos de los muchos efectos creativos de la película, dejan sin aire a buena parte de la audiencia, mientras otra parte reflexiona acerca de esta curiosa elección del material cinematográfico.
Soy abuela de un niño con autismo y, como muchos, trabajo en la concientización de esta realidad para su prevención y diagnóstico temprano con el objetivo de que cada vez haya más posibilidades para los niños, jóvenes y adultos que, por una u otra causa, llevan consigo esta característica. La película no me gustó porque no encontré en ella -no pude vislumbrar- más objetivo que el éxito cinematográfico a costa de un tema especialmente álgido de la sociedad actual.
Como familiar de un niño con autismo, la película "El pozo" me desagradó por la utilización que se hace del tema. Como escritora, considero que el film es de baja calidad -salvando las correctísimas actuaciones de Ana Fontán, Patricia Palmer, Ezequiel Rodríguez y Eduardo Blanco- por la cantidad de lugares comunes encaminados al melodrama, desde el principio hasta el mensaje final, en un espacio y tiempo donde muchas de las familias de personas con autismo vivimos concretamente la problemática se este rasgo con una mirada bastante más orientada a la posibilidad de encuentro de elementos que posibiliten la convivencia, que a padecerlo como un drama sin salida.
-
Roxana Palacios
Mayo de 2012