domingo, 26 de febrero de 2012

Silvina en elespejo, seminario del mes de marzo, por Roxana Palacios

Lo bello y lo siniestro en la narrativa de Silvina Ocampo

Antes de Freud, las nociones dominantes en la conceptualización del fenómeno estético eran las establecidas por Kant, Lo bello y lo sublime: “lo bello en la naturaleza se refiere a la forma del objeto, que consiste en su limitación; lo sublime, por el contrario, puede encontrarse en un objeto sin forma, en cuanto en él u ocasionada por él, es representada una ilimitación.

El término sublime proviene del adjetivo latino sublimis,-e: lo que está en el aire, en lo alto, por el aire. Y se sabe que cualquier forma de creación artística quedó, a partir de Freud, ligada al concepto de sublimación. Al introducir la categoría de lo siniestro, Freud produce una fractura sobre la que se plantea que lo bello no llega a serlo sino con referencia a lo que revela: lo siniestro que habita en su interior. Para Eugenio Trias “La obra artística traza un hiato entre la represión pura de lo siniestro y su presentación sensible y real. En ello cifra su necesaria ambivalencia: sugiere, sin mostrar, revela, sin dejar de escamotear algo, muestra como real algo que se revelará ficción.(...) En ningún caso patentiza, crudamente, lo siniestro, pero carecería de fuerza la obra artística de no hallarse lo siniestro presentido...”

Para Freud, la voz alemana das unheimlich (lo ominoso, traducido también como lo siniestro) tiene que ver con lo terrible que es propio de las cosas conocidas desde tiempo atrás, algo que debería haber quedado oculto, pero se ha manifestado: Lo siniestro se da cada vez que se desvanecen los bordes de la realidad, cuando el símbolo cobra la fuerza de lo simbolizado. "Lo siniestro se da, frecuente y fácilmente, cuando se desvanecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que habíamos tenido por fantástico aparece ante nosotros como real…" (…) “En el dominio de la ficción no son siniestras muchas cosas que lo serían en la vida real (...) muy distinto es, en cambio, si el poeta aparenta situarse en el terreno de la realidad cumún (...) el poeta puede exaltar y multiplicar lo siniestro mucho más allá (...) nos engaña al prometernos una realidad vulgar para luego escapar de ésta”
En Ocampo, el animismo, la transformación, el faantasma, el tema del doble, el mito o lo premonitorio resignifican el sentimiento de lo siniestro precisamente por vincularse al marco de lo cotidiano. Y hay un plus, un valor agregado definido por el artificio.

El seminario se articula a partir de la lectura directa de tres cuentos de Silvina Ocampo en sintonía con las nociones mencionadas.

Inicia: miércoles 7 de marzo

Todos los miércoles, a las 18, 30, en el Círculo Médico de Lomas de Zamora.
Colombres 420Lomas de Zamora.


Miércoles 7/3: Silvina Ocampo en contexto.

Miércoles 14/3: “La red”, en Autobiografía de Irene, 1948. Enigma y fantasma

Miércoles 21/3: “Amada en el amado”, en Los días de la noche, 1970. Lo mágico, el mito, el tema del doble.

Miércoles 28/3: Sábanas de tierra” , en Y así sucesivamente, 1987. Lo bello en lo siniestro como posibilidad de artificio.


Bibliografía

Barthes, Roland, “La muerte del autor”, El susurro del lenguaje, Más allá de la palabra y de la escritura, Paidós, Barcelona, 1999.

Bioy Casares, Adolfo, “Prólogo”, Antología de la literatura fantástica, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999.

Freud, Sigmund, "Lo siniestro", Obras Completas, Tomo III, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid; 1981.

Joyce, James, Ulises, Losada, Buenos Aires, 1999.

Kant, Immanuel, Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, Alianza, Madrid, 1995.

Kristeva, Julia. “La palabra, el diálogo y la novela“, Semiótica I, Fundamentos, Madrid, 1981.

Ocampo, Silvina, Cuentos Completos, Tomos I y II, Emecé Editores, Buenos Aires, 1999.

Saer, Juan José, El concepto de ficción, Ariel, Barcelona, 1997.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Curso anual de Kabalah I 2012, por Beatriz Borovich

La palabra Kabalah viene de la raíz hebrea le kabel que significa" recibir la Luz" para interpretar partes del Texto Sagrado del Antiguo Testamento. Recibir la Luz para iluminar a los que estudian esta filosofía oculta del judaísmo, y poder descifrar un nombre. Kabalah es tradición, misticismo, esoterismo, teosofía (cuando digo esoterismo me refiero a lo oculto, cuando digo misticismo, digo intuición, contemplación) El hebreo es una lengua llena de metáforas y símbolos a los que hay que interpretar para comprender y entender lo que está “oculto"

El curso comienza el 7 de marzo, los días miércoles de 19 a 20 y 45, en el Instituto de Cultura Religioso Superior, Rodríguez Peña 1054.

Inscripción: miércoles y jueves de febrero, de 18 y 30 a 20.

Te 4 814 2762 o 15 4 1742961.

Página web con información ampliada: www.kabalahliteratura.com.ar

E-mail: beatriceboro@fibertel.com.ar , beatrizborovich@gmail.com

Beatriz Mordkowicz Borovich es profesora y licenciada en letras, por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Magister en Kabalah y especialista en Gematria. Directora de Cultura, RR.HH. y RR.PP. del Grupo Editorial Lumen. Ex Titular de Análisis Literario y Redacción de la carrera de Diseño Gráfico, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UBA). Dicta cursos de Kabalah (I, II, III) y coordina seminarios sobre Borges, mitos y cuentos maravillosos, a nivel nacional e internacional, para especialistas, guionistas y público en general.

*Imagen: Árbol de la vida, Klimt, 1905

lunes, 20 de febrero de 2012

Carnaval: ¿la carne vale o levar la carne?, por Roxana Palacios


Para los cristianos, Carnaval es el nombre de un tiempo de tres a cinco días que precede al inicio de la Cuaresma. Para quienes profesan otros credos o se sienten por fuera de toda creencia trascendente, es la fiesta popular que se celebra en días específicos del mes de febrero, y que consiste en bailes de disfraces, máscaras, desfiles o exhibiciones más o menos bulliciosas, según el espacio, clima o temperamento de las poblaciones. Pero lo cierto es que esta tradición viene de largo, y el surgimiento del cristianismo produjo una revalorización de estos festejos –como de tantas otras tradiciones y prácticas- a partir de la presencia de Jesús en el mundo.

El origen de la palabra carnaval es bastante discutido todavía, y es también curioso -carnaval suena muy parecido en cualquier lengua que se lo pronuncie- el origen de la fiesta. Hay acuerdo en descartar la fórmula carne-vale en términos de confortar la carne mediante todo tipo de desbordes como preparación para una posterior abstinencia, para dar lugar a la noción de carne-levare: quitar, alivianar, elevar la carne.

Esta fiesta, que puede rastrearse desde los inicios de la escritura hace más de 5.000años en la Mesopotamia, entre los ríos Eufrates y Tigris, más exactamente en Ur, donde, al parecer, se veneraba al dios Marduk a quien se retornaba, después de varios días de confusión y desorden -en el que ritualmente se festejaba a un falso dios a quien se daba muerte para retornar al orden Marduk- y tenía el rasgo dominante de mezclar o abolir las jerarquías imperantes, plantear el mundo al revés o lo imposible -que para el hombre antiguo no era otra cosa que el tiempo- como realidad de vida.

Los pueblos modificaron la tradición a su medida, en algunos casos desapareció junto con ellos, en otros se sostuvo, como en las bacanales o saturnalias del Imperio Romano, que desembocan como un embudo en los fantásticos carnavales de Venecia o Florencia.

Las tradiciones se mezclan, se fusionan. En Barranquilla, por ejemplo, los disfraces tienen un simbolismo bastante específico y la batalla de las flores recuerda el fin de la Guerra de los mil días. Río, Oruro, Gualeguaychú, cada pueblo con su mezcla de Reyes Momos y Reinas del Carnaval. Cada cual con su propia hibridación.

En el ámbito del lenguaje, Mijail Bajtín estudió la carnavalización en el contexto cultural de Francois Rabelais (1494-1553) Es interesante el recorrido de Bajtín, entre otras cuestiones prueba que la literatura -al igual que el habla, esa parte dinámica y cambiante del lenguaje que no obedece a las leyes de la lengua sino a sus propias formas transitorias- es la manifestación del carnaval, con sus matices críticos y paródicos, frente a los valores establecidos: “El carnaval no se contempla ni se representa, sino que se vive en él según sus leyes mientras éstas permanecen actuales, es decir, se vive la vida carnavalesca” en la que se suprimen las jerarquías y toda desigualdad entre los hombres: “Los hombres, divididos en la vida cotidiana por las insalvables barreras jerárquicas, entran en contacto libre y familiar en la plaza del carnaval”

Como en la literatura, se vive -entre "realidad" y "juego"- un modo diferente de relaciones, opuesto a las formalidades de la vida oficial: “Las festividades (cualquiera sea su tipo) son una forma primordial determinante de la civilización humana”, el carnaval en tanto tradición festiva, “era una especie de liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante (…) y apuntaba a un porvenir aún incompleto”

Y algo más: Bajtín profundiza su estudio en torno a la risa -desde la “risa de Pascua” autorizada por la tradición monacal -risus paschalis- hasta la “risa de los tontos” como eco medieval de los carnavales públicos- para explicar nuevas formas de comunicación verbal: géneros inéditos o cambios de sentido vinculados a los nuevos tipos de relaciones establecidas a partir del rito carnavalesco.

Más allá de los festejos de febrero, hoy vivimos en la cotidianeidad familiar, social y mediática la exacerbación del lenguaje desbordado de la plaza pública: palabras injuriosas, exageraciones, expresiones altisonantes a veces muy alegres, a veces muy violentas.

Desde el punto de vista lingüístico, las consideradas “malas palabras” son fórmulas fijas y estereotipadas, una clase verbal específica -ni buenas ni malas, tal vez sólo tabúes que cobran significación en tanto nombran aquello que “no debería ser nombrado en público” y son, por lo tanto, marca de informalidad- dentro del lenguaje y cumplían en otros tiempos -quizás también ahora- funciones de carácter mágico y encantatorio porque contribuían a la creación de una atmósfera de libertad, dentro de la vida secundaria carnavalesca.

El estudio de Bajtín trabaja en profundidad instancias muy interesantes y ayuda a recorrer espacios históricos que fundamentan el diálogo permanente de su anterioridad con su posterioridad, pero hay algo que quiero destacar porque es francamente contradictorio y, por lo tanto, interesante de volver a pensar: la ambivalencia. Palabras que degradan y mortifican pueden, a la vez, ser motivo de regeneración y, sobre todo, de renovación de aquello que callaban, como en el ciclo de la tierra, como en el proceso de la vida humana, como en la revelación de todo lo creado: regenerar, volver a generar comunicación -que proviene de la voz latina communis, con raíz indoeuropea mei, al igual que Comunidad, Comunión y Municipio-, y aceptación de la diferencia entre los seres humanos.


*Toda la itálica recupera citas del libro La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois Rabelais, de Mijail Bajtín, Alianza, Madrid, 1994.

*Otra fuente: Estética de la creación verbal, Mijail Bajtín, México, Siglo XXI, 1995