miércoles, 4 de agosto de 2010

estábamos ya muy lejos de los bronces, Francisco Madariaga

-Aquí ya empiezan a haber caballos- me decía.
Y el viento del nordeste comenzaba a ser verde
entre los colores del agua de la infancia.
Estábamos ya muy lejos de los bronces, los
mármoles y los floreros pintados "al gusto de
la familia" en los cementerios municipales.
Todo aquello quedaba atrás, y el sueño del viejo
tren casi fluvial nos envolvía.
Mi pequeño hijo de siete años y yo teníamos en
las manos las ramas de las estrellas y
el resplandor lentísimo de los ríos rosados,
donde sangraba el sol de los caballos, las
vaquerías y las antiguas guerras.
Era el primer viaje solos en el tren marrón que
no quiere morir.

"Viaje estival con Lucio", en 200 años de poesía Argentina, 2010

2 comentarios:

  1. Qué placer brinda la poesía de Francisco Madariaga, de quien hace una década y en un poema lo recordé: “con el canto sensible / de los pájaros del pecho de fuego / que en el atardecer absoluto / retornan al nido de lo eterno / en plenitud de poesía”. David Antonio Sorbille

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  2. gracias, querido David!, tus comentarios hacen vivir a este blog!

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