Mi vida es una línea recta
nueve menos cuarto en el reloj de la Torre de los Ingleses.
El día, chato como el anterior,
se vislumbra. Más adelante,
tuerzo otra vez la mirada hacia las grutas en cuadriculas.:
Un blasón con tres letras:
esperpentos cuelgan cabeza abajo
en la vereda de enfrente de las ruinas:
cartoneros duermen bajo las arcadas de un ex Banco
Ya me bajo en la parada El Pasado.
Mi madre recorre la enciclopedia
y me señala las madonas de Leonardo.
Entonces,
yo intentaba doblegar el trazo en escorzos de cabezas
y atisbar el volumen, atisbar lo profundo.
Me señala el triángulo eterno
y en el fondo, los árboles esfumados.
Copio cabezas desde todos los ángulos.
Dibujo palabras
de alguien que viajó a lo largo y ancho del mundo,
ir hasta el fondo,
sobre una raya pegada al papel.
Retrato junto al terrier encadenado
en la espera, el vidrio me refleja junto a él y a una columna del alumbrado.
Desde lo Otro, desde el interior del supermercado,
ella arribará con su lista de vituallas al borde de mi fastidio y partiremos.
También él, encadenado a los olores que ama.
Apagón
la luz de la vela proyecta sombras desmesuradas que me alejan hasta donde ella duerme (y tiembla) en la actitud de un cuadro. Muslos a los que sólo les falta el rosa
porque “El Sueño” se revela sobre la pared –por la luz de la vela- en el pulso frenético de las sombras.
Pedro Donangelo, inéditos
Imagen: Klimt, La muerte y la vida
Estos poemas tienen un nivel que asombra por su virtuosismo para plantear temas recurrentes pero desde una visión plena de calidad poética. David Antonio Sorbille
ResponderEliminar