sábado, 25 de septiembre de 2010

y la nada y el nadie, Héctor Viel Temperley

Verde
como las dos orillas,
la delicada hierba cubre el muelle
sin trabajo,
un buen lugar para tomar sol.

Primero, sobre todo, no mover la cabeza,
ni la nada ni el nadie,
porque si no me duelen sus heridas,
su delicada araña como un casco.
(Los ojos abiertos, el cielo azul,
la camisa en la nuca como una almohada callejera
que aprieta las dos flores en mi sudor)

Castigados de adolescencia
los soldaditos paraguayos
lavan su ropa en el río y gritan,
de vez en cuando gritan
como pájaros que no vuelan.
A las galerías del cuartel, descalzos,
junto a los altos fusiles,
sentados, posados, regresan
de su recreo a clase
de bandera y botánica.

El caballo de un coche
pintado de amarillo y colorado
se bebe toda el agua de Encarnación,
la hostia que comulgué, el latín del cura,
el cielo azul, el coche
y mis ojos abiertos.
Y la nada y el nadie,
y la nada y el nadie.

Yo también me he quedado dormido,
Sudamérica.

Encarnación, en Obra Completa, 2003

3 comentarios:

  1. ¡Qué gran poeta, Héctor Viel Témperley, y qué gran olvidado!

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  2. Qué gran poeta, Viel Témperley, y qué gran olvidado!
    Gracias por rescatarlo.

    Alicia Márquez

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  3. Gracias Roxana por recordar a estos grandes poetas como Viel Témperley. Es una fiesta para el espíritu. David Antonio Sorbille

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