miércoles, 26 de mayo de 2010

éste es el final de mi ensayo, Federico Peltzer

-¿Qué es ser buena? ¿Desnudarme, dejarlo asentar sus manos donde quiera, recibir después su dinero? Tengo de nuevo a mi marido, lo he reconquistado, ¡lo quiero! Soy feliz así, con mis sinsabores, mis dificultades, y también su boca. Su boca, ¿sabe? Porque me besa.
Se fue cabizbajo, como la noche del paseo. Me sentí vencedora y libre. Pero nunca reconquistamos nada. Las cosas se pierden y, en todo caso, no son las mismas cuando vuelven a nosotros.

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Después de aquel viaje, las distancias se ahondaron. Leía el reproche entre los que estaban con él: era la mujer capaz de herir a un ser débil y sin aptitud para erguirse. Él lo toleraba por su condición de vencido; pero los demás debían hacerme sentir culpable, trataban de hacerlo. Y sin embargo no lo conseguían. Había tomado mi ritmo, eso que justifica cualquier acto en nuestra vida. Porque hay un ritmo para los actos grandes y bellos, y un ritmo para lo rastrero. No sabía cuál era el mío, quizás una mezcla de ambas cosas, una desdichada amalgama donde nos consumíamos.

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Éste es el final de mi ensayo. No lo retomaré. No sé qué me estará reservado, qué pasos emprenderé, ni quiénes saldrán a mi encuentro. Quisiera hacer algo de eso que llaman "constructivo" Por ejemplo salir, hablar a la gente, crearme un optimismo.

fragmento de Compartida, Federico Peltzer, 1959

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