viernes, 19 de febrero de 2010

aturdidos por los ruidos del mercado, Liliana Heker

Lo susurra el mundo editorial, lo aseguran los libreros, lo acpeta con melancolía el escritor: la literatura argentina no se vende. Para atenuar los efectos de esta desdicha podríamos apelar a aquel imborrable poema de Guillermo Boido -"La poesía no se vende, / porque la poesía no se vende"- que, con fulgurante brevedad establece una ética de la escritura. Pero, aplicándolo a nuestra actualidad literaria, sólo estaríamos insinuando una verdad a medias. Es cierto que, salvo excepciones, el escritor argentino no pretende venderse a través de sus cuentos o sus novelas -olvidables o fundamentales, bellamente construidas o abrumadas de descuidos, intensas o triviales o aburridísimas, puede asegurarse que las ficciones argentinas, en su mayor parte, han sido escritas por una razón mucho más compleja y válida que la de ser objetos vendibles-; pero también es cierto que, aturdidos por los ruidos del mercado, o desesperados por vender (como si en eso se cifrara el acceso a la gloria, el escritor suele aceptar, sin cuestionarlos, los mandatos y los valores que dicta el poder en lo que concierne a la literatura. Al menos se comporta públicamente como el que los acepta. Y entonces no sólo se traiciona en su doble condición -en tanto intelectual y en tanto artista- de cuestionador. Además se equivoca. Se transforma a sí mismo en un híbrido; y a la literatura en un espacio chato y poco confiable. En una cosa que no vende, diría, si el término me pareciera relevante. Pero no me lo parece.

"El lector, ese cazador solitario", en Las hermanas de Shakespeare, 1999

1 comentario:

  1. David Antonio Sorbille dijo...
    Nadie mejor que Liliana Heker para tratar un tema clave de nuestra realidad literaria. No sólo coincido en sus términos, sino que me parece un texto esencial.

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