sábado, 16 de enero de 2010

inmóvil como un dios que se ha cruzado de piernas, Leopoldo Marechal

"Adán Buenosayres abandonó la pipa Eleonore que ya se enfriaba entre los dedos, y contempló sus manos, dos cosas grises y muertas acabadas en cinco puntas grises y muertas. En aquel mismo día que adelantaba su paso vulgar de naranjero, cuántos destinos posibles le ofrecían la tierra y el agua. Pero, qué haría él con sus manos de cinco puntas. Un jugador tramposo, un tejedor de humos, eso había sido él, y eso era. Más hubiera valido jugarse todo, como el abuelo Sebastián, en la gran ilusión que tejía afuera cada hombre y que se llamaba un destino: buena o mala, sublime o ridícula, de cualquier modo habría sido un gesto leal, una postura honrada frente a lo Absoluto. Pero él, inmóvil como un dios que se ha cruzado de piernas y se hace espejo de sí mismo, había dado siempre en la locura poética de adjudicarse, desarrollar y sufrir ad intra sus destinos posibles, mediante cien Adanes fantasmagóricos que su imaginación hacía vivir, triunfar y morir. ¿Quería ser gobernante, artista de cinematógrafo, plutócrata o santo? Le bastaba con cerrar los ojos, y entonces un Adán sutil gustaba el sabor del poder, o se cubría de laureles, o amasaba el oro de la fortuna, o era enterrado con la palma del martirio"

Adán Buenosayres, 1948

1 comentario:

  1. David Antonio Sorbille dijo...
    Celebro a Roxana y los amigos macedonianos por sumar a su estupenda página, al notable maestro Leopoldo Marechal. Recuerdo muy bien, que casi en soledad, fue Julio Cortázar quien admiró en el Adán Buenosayres, la presencia de un creador de valía universal.

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