domingo, 24 de enero de 2010

Como el puente del Koan, Teresa Arijón

Que el poema sea, como el sutra, revelación de lo evidente: "no hay luna en el agua; la luna que se ve reflejada es creada por el agua"
Como los budistas contemplan los mundos: llama vacilante, sombra, eco, espantapájaros.
Como el espejo reluciente del zen, que en ningún lugar resplandece.
Como el puente del Koan, que fluye donde el agua no fluye.
Como el canto de las ranas y la luz de la luciérnaga.
Como la lluvia, como las primeras marcas de las gotas en la tierra seca.
Como la hiedra falsamente infinita que desemboca en el castillo
del ogro.
Como la ogresa medieval que amamanta al lobo.
Como el lobo feroz que lleva su corazón de tela cosido en el pecho.
Como el regalo en la tradición japonesa -la caja que puede contenerlo todo, es decir nada- "suspendido entre dos desapariciones" (la de quien lee, la de quien escribe)

"Ars poética", en Monstruos
Antología de la joven poesía Argentina, 2001

1 comentario:

  1. Este poema podría acercarnos a la poesía como una práctica de meditación. Aún como una revelación donde no se trata de comprender sino de despertar frente a la posibilidad de desaparecer (quien lee / quien escribe) y hacer lugar al don. Vanesa Guerra

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